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sábado, 21 de julio de 2012

¿DÓNDE ESTÁ EL PUEBLO?


A la democracia se le ha perdido el pueblo y no acierta a recobrarlo. Desde luego, la noción de “pueblo” dista de ser unívoca. Aquí se utiliza el vocablo referido al cuerpo cívico. No estrictamente como sinónimo de padrón electoral, elenco de todos aquellos que, en una organización política determinada, están habilitados como electores para votar por quienes se postulen como candidatos a magistraturas públicas. Más precisamente, lo consideraremos como el conjunto de hombres libres que se dan entre sí el trato de ciudadanos y que pueden debatir y decidir también libremente sobre los asuntos públicos. Es su más pura acepción y, por otra parte, la más próxima a lo que se entendía por demos o populus en el mundo antiguo. Es, asimismo, la que se ha perdido en nuestro tiempo y nadie sabe dónde está.

El pueblo ausente

En todo este proceso, el pueblo, tal como lo caracterizamos más arriba, está ausente. Se lo ha convertido en la “gente”, esto es, en percentil estadístico de los incesantes sondeos de opinión. Ha quedado reducido a público del espectáculo político. Un público condenado a soportar la reiteración de ese espectáculo monótono, atornillado a su sitio. Un ejemplo notable de esta ausencia del pueblo y de que se procede en el escenario político como si él llanamente no existiese, es la llamada “constitución” de la Unión Europea (UE), que a lo sumo puede considerarse un tratado al que se le asigna un valor constitucional. No fue proyectada, discutida o aprobada por una convención constituyente en regla elegida por los ciudadanos de la UE sino por un comité de expertos bajo presidencia francesa, que se apresuró a sepultar en el olvido el concepto de “poder constituyente” que los propios franceses había redondeado más de doscientos años atrás. Porque el poder constituyente originario podía y debía expresar la decisión de un pueblo –el europeo, en este caso- acerca de la forma y modo de organizar su vida política. Una decisión tal, que implica haber encontrado y reconocer al sujeto político “pueblo” no es considerada, en nuestro tiempo, correcta ni aceptable. Ratificado directamente en algunos países de la UE, en otros, como en España, aquel texto, farragoso y difícil de leer aun para los expertos, fue sometido a referéndum, al que concurrió el 41,5% del electorado, y en el que fue aprobada por el 78,5% de los votantes, es decir, el 32,6% del padrón. Parece comenzar así una era de constituciones elaboradas por técnicos, para ser comprendidas sólo por técnicos, y aplicadas por ellos al “vulgo municipal y espeso” de la masa ciudadana.
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viernes, 20 de julio de 2012

LA OMERTÁ


Ayer me encontré con un ex altísimo cargo de una caja de ahorros ya desaparecidas, incrustada, como otras muchas, en uno de esos nuevos conglomerados, creados bajo presión del Banco de España para diluir las pérdidas y las ruinas. Le pedí que me explicara, por favor, por qué los directivos y consejeros que han arruinado y saqueado las cajas, dañando gravemente el sistema financiero español, no lo han pagado, ni han sido investigados, ni siquiera se les ha reclamado que devuelvan lo robado. Tras decirme que él está limpio y que su jubilación fue ejemplar, me dijo que la clave de la impunidad de los saqueadores está en que "sabemos demasiado".

"Sabemos demasiados secretos y suciedades que implican a muchos poderosos. Sabemos quienes han pedido créditos y no los han devuelto, los que nos obligaron a condonarlos, los que nos exigieron que financiasemos operaciones insolventes y los que cometieron otras muchas tropelías de las que ni siquiera debemos hablar", dijo.

Y explicó que si ahora se acosa a los que se retiraron con un chorro de millones de indemnización, ellos van a defenderse hablando y revelando secretos desestabilizadores. Entonces, la lluvia de excrementos haría insoportable la vida en España.

Por eso, quizás lo mejor sea dejar las cosas como están y empezar de nuevo a construir nuestro sistema financiero, esta vez con ética y decencia, concluyó.

Lo cuento tal como lo escuché, sin que haya podido todavía superar mi estupor e indignación ante esa explicación. http://www.votoenblanco.com/Sabemos-demasiado_a4870.html

lunes, 16 de julio de 2012

SINDICATOS FUTURISTAS



"Cantaremos a las grandes multitudes que el trabajo agita, por el placer o por la revuelta: cantaremos a las mareas multicolores y polifónicas de las revoluciones en las capitales modernas; cantaremos al febril fervor nocturno de los arsenales y de los astilleros incendiados por violentas lunas eléctricas; a las estaciones ávidas devoradoras de serpientes que humean, en las fábricas colgadas en las nubes por los hilos de sus humaredas; en los puentes parecidos a gimnastas gigantes que salvan los ríos brillando al sol como cuchillos centelleantes;en los barcos de vapor." Filippo Tommaso Marinetti http://es.wikipedia.org/wiki/Manifiesto_futurista

domingo, 15 de julio de 2012

NUESTRAS LOBAS


No son carne de cuota. Están hechas de la materia luminosamente oscura que depara el talento. De cicatrices y de comienzos. Forajidas de leyes que priman el capricho, la indolencia y la comodidad como sinónimo de muerte, estallan responsablemente de Arte y de Vida. Y juegan con fuego (literalmente). Y son gozosas maniáticas de la Palabra. Y resucitan a cada segundo de su propia extinción (y cada nueva resurrección las hace más fuertes). Y nos acogen en sus nidos de Creatividad. Y pecan minuciosamente de Imaginación.

Nuestras lobas son muchas y muy variadas. Tienen la hermosura de lo interesante. La hermosura que repele a los imbéciles y concita la atención de los hombres desencantados, selectos, ajenos a la cosificación. La hermosura de aquella librera que hizo tilín a Marlowe en EL SUEÑO ETERNO, la hermosura de la musa y compañera de Cassavetes, la hermosura de Margo Channing, la hermosura de esas mujeres que desconciertan a Gregory House, la hermosura del Sujeto y no del objeto.

Tienen ese Algo Misterioso...
F.M El zurdo

ROJO Y NEGRO




Hace dos semanas prometí hablarles de Rojo y negro, una de mis películas españolas favoritas. Así que anoche puse el deuvedé –una copia de relativa calidad, semipirata, que no se encuentra fácilmente– para admirar de nuevo esa historia sombría y dura, hija bastarda del cine franquista, estrenada en 1942, demolida por la crítica oficial y retirada después de sólo tres semanas de cartelera para verse enterrada en el olvido. Hasta que, cincuenta años más tarde, la Filmoteca Española localizó una copia polvorienta en un sótano de Madrid.

Rojo y negro tiene un valor histórico extraordinario. Es la única película sobre la Guerra Civil hecha desde un punto de vista inequívocamente falangista –su director, Carlos Arévalo, lo era–. Y trata de las actividades clandestinas en el Madrid republicano de la contienda. Se trata de una película pionera, pues en ella aparece por primera vez el concepto de resistencia en una ciudad ocupada por el enemigo. Resistencia antimarxista, en este caso; pero no inferior en interés ni en realidad histórica, como señalan lúcidos críticos e historiadores del cine, a la resistencia antifascista que después nutriría innumerables películas francesas, inglesas, norteamericanas, alemanas, rusas o polacas. Insólita en su ejecución, técnicamente osada en algunas escenas –esos planos de la checa de Fomento abierta como el 13 de la Rue del Percebe–, modernísima para su tiempo, cuajada entre el neorrealismo italiano, el cine de vanguardia soviético y simbólicos toques surrealistas, Rojo y negro cuenta la sombría historia de una joven falangista, soberbiamente encarnada por la mítica Conchita Montenegro: un personaje alejado de los arrebatos patrioteros, grandilocuentes e histriónicos habituales en la cinematografía del Régimen. Luisa, la protagonista, es sobria, dura, trágica, cínica, valerosa y desesperanzada. Y con fría decisión desciende a los infiernos. Eso la convierte en una heroína atípica para el cine español de su tiempo, donde lo correcto eran abnegadas madres y esposas que, desde el cristiano hogar, alentasen a los hombres a inmolarse en las diversas Cruzadas habidas o por haber.

Hay otro aspecto crucial, falangismo radical aparte, por el que la película no satisfizo el Régimen. Aparte de su tono seco, nada ampuloso y en absoluto marcial, evita caer en el simplismo estúpido del que ni siquiera se libran las películas que hoy se hacen sobre la Guerra Civil: la exaltación del bando propio y la caricatura del adversario. Sádicos nacionales de gafas oscuras y brillantina en las películas de ahora, y malvados rojos, tabernarios y brutales, en el cine de antes. Inexactos, incompletos y maniqueos, todos ellos. Aquí, sin embargo, los republicanos que encarcelan y fusilan son individuos normales, creíbles, con motivos para hacer lo que hacen. Con toques de humanidad e ideología propia: como cuando el jefe de los milicianos dice que, si hubiera llevado medalla religiosa al cuello, al llegar a la edad de la razón se la habría quitado. O cuando el miliciano violador de Luisa –soberbia escena, resuelta con dos planos del rostro de la Montenegro– actúa bajo el resentimiento de haber sido engañado, y porque está borracho.

Pero aún hay más, en esta película asombrosa y compleja para quien se enfrente a ella con lucidez, sin estereotipos de buenos y malos: la crítica feroz a los contemporizadores, a los que miraban para otro lado. Al egoísmo de la derecha burguesa y capitalista, incluida sin reparos entre los principales responsables del conflicto. Sin olvidar el retrato, atrevidamente surrealista, de una clase política ciega que divide a los españoles, llevándolos a una matanza atribuida con mucha ecuanimidad al «odio y desconocimiento mutuo». Paradójicamente, la derecha conservadora queda peor que el bando contrario: cuando los oradores de izquierdas agitan al pueblo, éste se muestra como pobre, oprimido, inculto y desesperado. Eso enlaza con los personajes y actitudes de los milicianos que aparecerán después. Y si no los justifica, los hace creíbles. Humanos.

Como se decía en otros tiempos, Rojo y negro es una película para que la disfruten espectadores formados, prevenidos de lo que ven y en qué circunstancias se hizo: capaces de hacer la lectura adecuada, situando en su contexto histórico y social esta narración extraña e inquietante, donde la estremecedora secuencia que precede al final –el actor Ismael Merlo vagando entre los cadáveres de los fusilados en la pradera de San Isidro– nos sumerge, más que ninguna de las muchas películas realizadas sobre aquella tragedia, en la noche oscura de nuestra Guerra Civil.
XLSemanal, 18 de Abril de 2010″
Patente de corso

LA MARCHA NEGRA



FE-JONS apoya a los mineros que en estos días luchan por mantener sus puestos de trabajo, en peligro por la falta de apoyo y por el incumplimiento de los compromisos del Gobierno.
Más allá de la necesidad de replantearse seriamente el modelo energético -cosa que también estimamos necesaria- España no puede abandonar a su suerte, de la noche a la mañana, a comarcas enteras que dependen de la minería del carbón.
Los falangistas rechazamos las argumentaciones del Gobierno y de sus terminales mediáticas, que acusan a los mineros de defender unos salarios por encima de la media -comparemos su trabajo con el de concejales y alcaldes profesionales- y que aseguran que el del carbón es un sector productivo poco rentable y, por tanto, no merecedor de las ayudas públicas.
Si en españa hay sectores improductivos y altamente costosos estos son los de los grandes partidos, las autonomías, el Senado o la Casa Real, entre otros, y el Gobierno no se plantea retirarles la subvención.
En apoyo de los mineros y sus familias, un grupo de falangistas madrileños, miembros de Falange Auténtica y de Falange Española de las JONS, participaron ayer en el acto de bienvenida a la marcha minera que desde hace semanas recorría España para solicitar apoyo al sector. Pese a las amenazas de la extrema izquierda que trató de monopolizar la reivindicación, los falangistas dieron testimonio de su compromiso con la defensa de los trabajadores portando banderas de la campaña Defensa Social y la única bandera nacional que pudo verse en toda la manifestación.
Pese a la sinrazón de los grupos extremistas, la bandera nacional no puede ofender a nadie por representar al conjunto de los españoles, y su presencia en el acto de ayer estaba más que justificada. Primero, porque con ella se expresaba la solidaridad de toda España con un problema que no sólo lo es de asturianos, leoneses o turolenses. Y segundo, porque el patriotismo se defiende mejor apoyando a los trabajadores españoles que animando a un equipo de fútbol o defendiendo los intereses de los consejos de administración de las empresas petroleras.