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sábado, 18 de mayo de 2013

EL PENSAMIENTO Y LA ACCIÓN



El mito capitalista sobre la riqueza, la libertad y la felicidad

La Encuesta de Población Activa (EPA) evidencia lo que ya puede considerarse como un drama nacional: seis millones doscientas mil personas sin trabajo, es decir, un veintisiete por ciento de la población activa sin expectativas laborales. Si a este dato le sumamos que hay casi dos millones de hogares con todos sus miembros en paro y que los índices de pobreza se están elevando de una manera muy alarmante, hay que convenir que el sistema capitalista de producción está haciendo aguas por los cuatros costados.

La riqueza como idealidad de la felicidad es un mito del capitalismo que se está deshaciendo como un azucarillo en el café. 

Hay una falacia arraigada en la creencia popular en que la riqueza proporciona mayor libertad y, con ello, mayores expectativas de felicidad. Ciertamente, los ricos poseen una verdadera libertad económica reflejada en ese monstruo llamado “mercados”, que impone una cleptocracia al mundo entero, y así nos va: vivimos bajo una oligarquía financiera que decide los designios de la humanidad, generando y mostrando la miseria humana hasta ahora reservada hipócritamente a los países del tercer mundo. 

Ante tan desoladora situación, es conveniente hacer una reflexión sobre los conceptos de riqueza, libertad y felicidad como importantes fundamentos que rigen los destinos de nuestras vidas.

La humanidad lleva preocupándose por la felicidad desde tiempos inmemoriales. Los filósofos griegos, principalmente Aristóteles, ya escribían sobre ella y, desde entonces, numerosos poetas, filósofos, psicólogos y científicos de diversas áreas del conocimiento se han preguntado por ella. Sin embargo, aún no hemos sido capaces de alcanzar una definición consensuada de lo que es la felicidad. En relación a la riqueza, los datos experimentales muestran que, a partir de un determinado umbral económico que permite satisfacer las necesidades básicas, la economía ya no es el fundamento principal para alcanzar la felicidad. 

El desarrollo económico permite la riqueza y, a partir de esta, se logra un cierto grado de felicidad. La felicidad de un país y, por ende, de sus ciudadanos, está vinculada a las cuestiones políticas como la democracia y los derechos individuales. En realidad, más importante que vivir en una nación rica es vivir en una nación democrática y libre dentro de la cual toda persona pueda, según su libre albedrío, alcanzar su propia felicidad. Y ello, según he explicado en un anterior artículo (véase España en la picota: libertad o esclavitud), es muy cuestionable, pues como nación hemos perdido nuestra soberanía monetaria, económica y política.

No obstante, toda persona debe afrontar ineludiblemente su existencia mediante la búsqueda de la riqueza (para satisfacer sus necesidades básicas y sociales) y la libertad (como ejercicio de realización de las personas) para lograr la pretendida felicidad. En este sentido, la historia nos demuestra que el poder siempre ha sido ostentado por los ricos, quienes a su vez han sido los auténticos privilegiados al disfrutar en libertad. 

Así, la riqueza y la libertad, en términos universales, es un binomio de poder presente en la historia de la humanidad. “La historia de la riqueza” ha desembocado en un imperialismo económico cuyo nefasto resultado es la actual crisis financiera globalizada. 

El sistema capitalista nos ha hecho creer en un idealismo de felicidad basado en el exclusivo soporte económico. 

Al perseguir la riqueza, muchas familias han caído presas del sobreendeudamiento, una trampa interpuesta por las élites financieras. Con ello, se ha hipotecado la propia libertad, pues nuestro tiempo ya no nos pertenece: el trabajo, que debería ser objeto de dignidad humana, se ha convertido en una herramienta esclavista al servicio de la élite plutocrática. Prueba de ello son los cuatrocientos mil embargos que han devuelto a miles de personas a una triste realidad: el sistema capitalista les ha robado toda una vida de trabajo y esfuerzo. 

A pesar de ello, la libertad del individuo sigue existiendo en forma interna de pensamiento y en forma externa de acción. En la modernidad, se identifica ese ejercicio de libertad con la realización de la persona, pero dicha libertad supone un complicado dinamismo en el cual se mueve todo ser humano: cada cual debe buscar su propia felicidad, y ese devenir existencial se realiza a través de la búsqueda de la riqueza y la libertad.

El binomio riqueza-libertad ha sido transformado en un poder fáctico en manos de una oligarquía plutocrática (ved mi artículo Capitalismo: más pobreza y menos libertad). Y es dicho poder quien ha provocado la actual crisis financiera que pone en peligro la sociedad del bienestar así como los derechos y libertades conquistados a lo largo de varias décadas. 

Existe una desorientación mundial que no permite cubrir las expectativas de felicidad para la humanidad. El actual estadio civilizatorio ha caído por la pendiente del materialismo y el dinero ha usurpado el puesto de los valores morales y cognitivos propios de la condición humana. El conocimiento es “el eslabón perdido” que, a modo de inteligibilidad, debería ser el fundamento sobre el cual reorientar a la humanidad y, por ende, a cada uno de nosotros; sin embargo, la tarea se presenta inconmensurable, pues persiste una generalizada ignorancia artificiosamente manipulada desde los poderes fácticos (ved mi artículo España, ¿un país de ignorantes?). 

El gran error pedagógico de la humanidad es que los conocimientos alcanzados no se han puesto todavía como fin último al servicio de la colectividad, sino bajo el dominio de una élite plutocrática que nos maneja a su antojo mediante el control del dinero, las armas, el poder político y la manipulación informativa.

El premio Nobel Amartya Sen, a través de su obras, nos ha hecho ver que cada cual es creador de su propio destino y responsable éticamente del nivel de libertad que las personas tenemos para llevar la forma de vida que se desea. Nos remite así a nuestro propio subjetivismo como responsable ético respecto al binomio riqueza-libertad para intentar alcanzar la felicidad. Por otro lado, la Paradoja de Easterlin nos demuestra que la felicidad, no solo depende del dinero, sino también de otros factores como la estructura genética, las relaciones familiares, la comunidad, los amigos, el trabajo, la libertad y los valores personales. 

Se requiere una planificación óptima para lograr el correcto sendero interpretativo de la felicidad, pues queda totalmente al libre albedrío de cada cual. En las sociedades occidentales, la búsqueda de la felicidad suele degenerar en un consumismo desenfrenado para satisfacción del ego en el culto al dinero. Según Baudrillard, uno de los expertos más famosos en hiperrealidad, los bienes de consumo adquieren “un valor de signo”, es decir, indican algo sobre su poseedor en el contexto de un sistema social. 

Este consumismo, por su dependencia del valor de signo, es un factor que contribuye en la creación de la citada hiperrealidad: la conciencia es engañada, desprendiéndose de cualquier compromiso emocional verdadero al optar por una simulación artificial. La satisfacción y la felicidad se hallan, entonces, a través de la simulación e imitación de lo real más que a través de la realidad misma.

Según el académico colombiano Julio Silva-Colmenares, la felicidad es una categoría científica que está en construcción, debiéndose sustituir el concepto de “modelo económico” por un “modo de desarrollo” en la sociedad para satisfacer las necesidades espirituales, sociales y materiales de sus miembros. La libertad y la felicidad no deben ser vistas como fines en sí mismos sino como caminos para avanzar hacia la humanización de la sociedad en una aldea globalizada, es decir, una sociedad que debería centrarse en el ser humano. 

Este nuevo modo de desarrollo de la sociedad debe realizarse con crecimiento compartido y competencia regulada gracias a la acción mancomunada del mercado, el Estado y la solidaridad social. Este planteamiento requiere implícitamente humanizar la actividad económica y política, todo un reto para nuestro futuro próximo.

El depredador neoliberalismo que padecemos es una deformación que ha ocurrido en la ciencia económica, y debería ser sustituido por “una economía del bien común”, un proyecto promovido por el economista austríaco Christian Felber que pretende implantar y desarrollar una verdadera economía sostenible y alternativa a los mercados financieros en la que necesariamente tienen que participar las empresas.

 La economía del bien común busca la realización de las personas en una escala de valores éticos, sociales, políticos y económicos para que puedan avanzar en la libertad y la felicidad. Es decir, introducir una gran transformación para recuperar el humanismo como guía de las reflexiones y principios en el proceso de humanización. 

Por ello mismo se habla hoy del nacimiento de una nueva espiritualidad (ved mi artículo La revolución espiritual) que no significa religiosidad, sino avanzar en la humanización del saber. La búsqueda de la falsa felicidad de las personas en lo material- inmediato las aleja de lo espiritual-trascendente. La pobreza es la negación para millones de hogares del derecho elemental al consumo de bienes y servicios que satisfacen las necesidades materiales, sociales y espirituales: este derecho es hoy uno de los más importantes componentes del concepto moderno de libertad.

Estamos en presencia de una sociedad que se ha acostumbrado a la injusticia social y a la carencia de libertad en el sentido de una verdadera democracia participativa. Vivimos en una moderna esclavitud que impide alcanzar la felicidad colectiva al ser todos nosotros manipulados por una oligarquía financiera que decide quién puede vivir y quién debe morir, como he argumentado en un anterior artículo, Calendario maya: ¿muerte y renacimiento de la humanidad?

Las riquezas materiales perseguidas por las personas y los Estados requieren de una reformulación ética así como una nueva postulación de la libertad que permita vislumbrar la felicidad tanto personal como colectiva. 

El reto de la humanidad es consensuar una fórmula universal de la felicidad con fundamentos científicos y filosóficos que sirvan para cualquier persona independientemente de sus condiciones biológicas, personales, sociales o espirituales. O sea, una fórmula cognitiva universal que puentee el interior del individuo con la externalidad de la existencia. Un objetivo filosóficamente ambicioso, pero no menos que el que se propuso Kant al intentar establecer la relación y la conexión entre nuestras facultades intelectuales y sensibles. 

Solo que, ahora, dicha conexión entre el intelecto y lo sensible debe hallar una finalidad cognitiva para la correcta orientación de la libertad y la felicidad de toda persona en relación con la humanidad.

Se trataría, en suma, de establecer la relación existente entre la conciencia individual y la conciencia colectiva para lograr no sólo la felicidad personal sino, eminentemente, la de toda la humanidad, un objetivo muy ambicioso que ya está contemplado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, pero que es incumplido sistemáticamente por los motivos explicados anteriormente. 

Sin embargo, de un modo casi imperceptible todavía para la mayoría, estamos asistiendo a un giro copernicano en la concepción humana de la vida: son cada vez más las personas que tienen una clara conciencia de que otro mundo es posible como alternativa al depredador sistema capitalista. Dicha transición en la conciencia colectiva no está exenta de dolor y sufrimiento, pero será todo un revulsivo para que la noosfera resplandezca por sí misma. 

¿Lograremos algún día tener conciencia de que la felicidad de todos es holísticamente más importante que la felicidad personal de cada uno de nosotros?
                                                                                                                                        Amador Martos
Fuente 
Lacolumnata.es

viernes, 17 de mayo de 2013

JUVENTUD VS IDENTIDAD



Trainspotting de Irvine Welsh

Leí el libro Trainspotting mucho antes de su versión fílmica. Me asombró, me asqueó, lo adoré. Y rápidamente se convirtió en uno de mis favoritos. Lo admito, lo leí por rebeldía pura, por contradecir al coro de críticos doctos que aseguraban que la historia era "procaz, cruda y pendenciera" - para resumir sus variadas críticas -. No obstante, lo mejor de Trainspotting de Irving Welsh, no es su deseo de transgredir si no si negativa a juzgar, a pesar de contar la historia que cuenta.

Porque en Trainspotting todo es excesivo: desde la visión de ese Edimburgo decante de los años ochenta, hasta las crudas y detalladas escenas de Alcohol, drogas, sexo. Como en su época lo hizo "La Naranja Mecánica" de Anthony Burgess ( Libro con el guarda numerosos paralelismos ) Trainspotting intenta reflejar, más que una época, la turbulencia del submundo desconocido que marcó a una generación.

El libro se convirtió, tal vez justamente por su franqueza casi insultante, en un inmediato icono pop literario. Por extraño que parezca y a pesar de su temática, el libro fue celebrado y recomendado por los críticos más estrictos pero leída también por aquellos que raramente se acercan a los libros. De hecho, “Trainspotting” es considerado uno de los acontecimientos literarios y también extraliterarios de la última década. Marcó un antes y después en la literatura escocesa: Hay algo de doloroso y casi agobiantes en las escenas que el autor describe con obsesivo detalle. 

 Y es justamente esa visión sin cortapisas, directa y casi amoral de la juventud, su incertidumbre y su profunda confusión, lo que hacen al libro único. 

No hay un solo juicio de valor sobre lo que ocurre: la historia transcurre entre explícitas escenas sexuales, la alegoría al vicio y al caos, y sin embargo, toda la novela parece sostenerse justamente sobre el asombro esa indiferencia, esa ruidosa desazón que el autor refleja como parte de esa juventud que sobrevive a su propio dilema de identidad.

De las palabras a la imagen.

La novela fue adaptada al teatro y al cine y se convirtió en un éxito sin precedentes allí: la historia de este grupo de jóvenes desesperadamente realistas, que intentan no pensar en el futuro como no sea para admitir su propio vacío existencial, esa juventud marginal, bulliciosa , habitantes de esa Europa desconocida, paraíso de la desocupación, la miseria y la prostitución, embarcados en una peripecia vital cuyo combustible es la droga, «el elixir que les da la vida, y se la quita». Welsh escribe en el áspero, colorido, vigoroso lenguaje de las calles. 

Y entre pico y pico, entre borracheras y fútbol, sexo y rock and roll, la negra picaresca, la épica astrosa de los que nacieron en el lado duro de la vida, de los que no tienen otra salida que escapar, o amortiguar el dolor de existir con lo primero que caiga en sus manos.

La historia se cuenta con una sinceridad que asombra y se agradece: el lenguaje duro y callejero que brinda una inusual dimensión a sus personales. Un lenguaje “real” para personajes “reales” en situaciones “reales”. De hecho, al leer la última hoja, la sensación que se tiene como lector - como observador, como asombrado testigo de la lenta caída de la novela en su propia visión del mundo - es la de haber no solo conocido a este grupo de desadaptados y caóticos personajes, sino también, de poder comprenderlos.

Porque tal vez, ese sea el mayor mérito del libro: Mostrar, sin juzgar, y a la vez, permitirnos mirar el mundo desde ese lado marginal, desierto y árido que pocos se atreven a recorrer.
 
Fuente

jueves, 16 de mayo de 2013

DEFENDER LOS VALORES



Destruirse desde dentro

Ha declarado Mel Gibson que su película Apocalypto, en la que se recrean las postrimerías de la civilización maya, constituye en realidad una alegoría sobre la decadencia de las sociedades occidentales. Apocalypto se abre con una cita de Will Durant que basta para advertirnos de sus intenciones: «Una gran civilización no es conquistada desde fuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde dentro». La frase, de una lucidez que espanta, sirve de diagnóstico para nuestra época. 

Mucha gente me pregunta si considero que el islam es un enemigo para Occidente; mi respuesta es siempre la misma: «En absoluto. El enemigo está dentro, el enemigo somos nosotros mismos».

¿Qué peligro podría significar el islam si Occidente estuviese orgulloso de defender los valores que conforman su idiosincrasia? 

Los musulmanes residentes en nuestros países tendrían que acatar estos valores si desearan disfrutar de las ventajas que les reportan; desde el primer instante en que se atrevieran a infringirlos, serían despachados con viento fresco, o castigados por la Ley, como cada hijo de vecino. El problema no está en los musulmanes, por mucho que profesen una fe que a la vez postula un ordenamiento sociopolítico a cuyo rebufo se cobijan las más sórdidas dictaduras; bastaría con que los musulmanes tuviesen claro que jamás podrían ver realizados, en Occidente, sus anhelos expansionistas.

El problema para Occidente comienza cuando se muestra incapaz de defender los valores que fundan su ordenamiento jurídico, cuando descree de los hitos que han propiciado su progreso, cuando reniega de la moral que ha humanizado su convivencia; cuando, en definitiva, se niega a sostener la supremacía de su orden social y, a cambio, se abandona a un aguachirle de necedades merengosas que, bajo el marbete de Alianza de Civilizaciones o de cualquier otra majadería limítrofe, prefiguran la rendición.

Todavía quedan algunos ilusos que, a la hora de imaginarse el fin de nuestra civilización, se dedican a otear el horizonte, en busca de enemigos externos. 

Olvidan que, cuando entraron en Roma, los bárbaros no tuvieron que librar ninguna encarnizada batalla con un ejército defensor, ni vencer la resistencia de sus vecinos; entraron como Pedro por su casa, sin asestar un mandoble, enseñoreándose de una posesión que les pertenecía desde mucho tiempo atrás, desde que los gobernantes del otrora amedrentador imperio se convirtieron en una patulea de pacifistas claudicantes, desde que sus ciudadanos se entregaron con regocijo a las ventajas de la vida muelle y al disfrute de su opulencia.

Así perecen las civilizaciones, así las potencias más poderosas devienen naciones de opereta: destruidas desde dentro, inmoladas por los botarates que rigen sus destinos y por la chusma que los encumbró al poder.

Porque no debemos pensar que los gobernantes irresponsables que rigen los destinos de los países en decadencia son meteoritos que abruptamente irrumpen en la vida política, venidos del espacio exterior, surgidos de la nada; por el contrario, son el fruto natural de una sociedad podrida y dimisionaria, son la expresión quintaesenciada de un clima moral decrépito, que es el de los pueblos dispuestos a mirar siempre hacia otro lado, dispuestos a entregar su primogenitura por un plato de lentejas, dispuestos a ceder a la extorsión, a renunciar a los principios que fundan su existencia, a ponerse de rodillas ante quien los quiere genuflexos, con tal de diferir un problema que se les viene encima, no importa que esté enturbantado o cubierto por la capucha macabra del terrorismo. 

En estos días en que la dulce paz de los esclavos vuelve a asomar a los labios de nuestros gobernantes, amortizados ya aquellos dos muertecitos accidentales del aeropuerto; en estos días en que vuelve a iniciarse ese «proceso» indecoroso que tanto regocija a los enemigos de España, ya sabemos, con   insobornable certeza, que la destrucción vendrá desde dentro.  
                                                                                  
                                                       Juan Manuel de Prada

miércoles, 15 de mayo de 2013

A DIOS OBAMA



EE.UU. “ejemplo” de libertad: Administración Obama criminaliza el cristianismo en el Ejército

En un impresionante ataque sobre los derechos de expresión religiosa de los soldados estadounidenses, la administración que lidera Barak Hussein Obama ha lanzado un comunicado confirmando lo impensable:

Cualquier soldado que profese el cristianismo desde ahora puede ser presentado ante un consejo de guerra y ser encarcelado con una baja deshonrosa del ejército.

De acuerdo al comunicado enviado a Fox News el día de hoy (vídeo adjunto):

“El proselitismo religioso no está permitido dentro del Departamento de Defensa … las cortes marciales y los castigos no judiciales serán decididos caso por caso …”

Esta declaración sigue a una reciente reunión entre funcionarios del Pentágono y el fanático activista anti-cristiano Mikey Weinstein, quien ayudó a diseñar los nuevos castigos para los cristianos que se atrevan a cometer “el crimen de odio” de compartir su fe con otros.

Weinstein es el director de la Fundación Libertad Religiosa Militar, y dice que los cristianos, incluyendo capellanes son culpables de ” traición” por compartir el evangelio de Jesucristo y también son culpables de cometer un acto de “violación espiritual” tan serio como “una violación sexual”. También afirmó que los cristianos que comparten su fe en las fuerzas armadas son “enemigos de la Constitución”.

De este modo los asesores del presidente Barack Obama en el Pentágono están confirmando que los militares cristianos que compartan su fe estarán cometiendo un crimen – y como resultado: prisión. Esto incluye a capellanes militares —oficiales que son ordenados clérigos de su fe (en su mayoría pastores cristianos y rabinos judíos)— cuyo servicio desde la fundación de la milicia estadounidense bajo George Washington tiene como propósito enseñar su fe y ministrar las necesidades espirituales de las tropas que acuden a ellos en busca de consejo, instrucción o apoyo emocional.

Esta regulación limitará severamente las expresiones de fe judeo-cristiana en las fuerzas armadas, incluso entre amigos cercanos. También podría abolir el cargo de capellán en el ejército, ya que no permitiría que los capellanes (o algún miembro del servicio, para el caso) hablar de su fe.

En respuesta a los planes del Pentágono, el teniente general retirado Jerry Boykin, quien ahora es el vicepresidente ejecutivo del Consejo de Investigación Familiar (FRC), dijo en Fox & Friends el miércoles por la mañana:

“Es una cuestión de lo que quieren decir con “proselitismo”. … Creo que tienen sus definiciones un poco confundidas. Si usted está hablando de la coerción es una cosa, pero si estás hablando del libre ejercicio de nuestra fe como soldados individuales, marineros, aviadores e infantes de marina, especialmente para los capellanes, que creo que lo peor que podemos hacer es detener la posibilidad de que un soldado sea capaz de ejercer su fe. “

El FRC ha lanzado una petición que ya ha recogido más de 60.000 firmas, pidiendo a Secretario Hagel dejar de trabajar con Weinstein y su organización anti-cristiana para desarrollar la política militar en temas de fe.

Fuente
elespiadigital.com

martes, 14 de mayo de 2013

EL MITO DE LA IZQUIERDA



Con motivo de la publicación del libro de Gustavo Bueno, El mito de la izquierda, el profesor Bueno y Santiago Carrillo entablan un debate, esta vez desde una perspectiva política, sobre los contenidos y alcances del libro.

Recomendamos el visionado de este documento completo pincha aquí abajo: http://www.youtube.com/watch?v=rAoHAbWoYb4

«Las izquierdas y la derecha.»

En los comienzos del siglo XXI, ¿es posible defender la vigencia de la oposición entre derechas e izquierdas? ¿Hay una sola izquierda o varias?

En opinión del filósofo Gustavo Bueno, las definiciones de lo que significa la izquierda y la derecha parecen haberse desdibujado, por lo que considera llegado el momento de abordar ambos conceptos y de analizar su origen.

Así lo pone de manifiesto en la tesis mantenida en El mito de la Izquierda, al tiempo que presenta varias novedades principales a la hora de abordar y sistematizar la cuestión de la diversidad de las izquierdas y su clasificación. Así, Gustavo Bueno profundiza sobre esta espinosa cuestión, y lo hace con el fin de construir una teoría filosófica de la izquierda que sea capaz de situar las diferentes teorías y movimientos existentes y que, al mismo tiempo, no se despegue de la realidad histórica ni pierda de vista el futuro.

«Nadie sabe lo que va a ocurrir en el próximo milenio, y por eso lo más peligroso es la existencia de individuos, grupos, iglesias y partidos políticos, de izquierdas o de derecha, que creen estar en posesión de la 'ciencia media' sobre el porvenir.»

Fuente
fgbueno.es                                                             Gustavo Bueno

lunes, 13 de mayo de 2013

DETRÁS DEL TRONO



Los políticos como empleados corruptos del poder económico

Al amparo de la representatividad institucional que le otorga el "voto popular", el político construye su propio negocio capitalista haciendo lobby y gerenciando "cosa pública" para los poderes económicos y financieros que controlan y se reparten áreas de influencia en el Estado capitalista. Cómo funciona esa estructura políticos-dueños del poder real que la prensa del sistema oculta.

Por encima del poder político se sitúa un supra poder (de naturaleza oculta) fundamentado en un trípode: Las grandes cámaras empresariales, las embajadas extranjeras y los monopolios de medios de comunicación.

El político es sólo la expresión gerencial de ese poder.

Las mayorías, alienadas y embrutecidas por el descerebramiento mediático, creen habitualmente que "el poder" son los presidentes y los gobiernos de turno.

En esta concepción masificada, alimentada por los propios analistas de la prensa convencional, un "Presidente" es algo así como una entidad supra independiente que toma decisiones autónomas por encima de la trama estructural del poder económico y empresarial.

En sus análisis (y así como hacen desaparecer la dinámica de las relaciones capitalistas) los comunicadores del sistema presentan un escenario de conflictos cuyo eje sólo pasa por las competencias y las guerras entre políticos y partidos.

Este enfrentamiento, entre políticos con otros políticos por el posicionamiento electoral, por un lado, y las peleas del gobierno de turno con la "oposición", por otro, nunca se asocia con el establishment económico (el poder detrás del trono) y marca la dinámica de la "información" que a diario consumen las mayorías.

Por lo tanto, para el nivel promedio estadístico masivo (incluido los intelectuales) el poder de decisión es una área de exclusiva competencia de la "clase política" y del gobierno de turno, en perpetua lucha por el sillón presidencial y por el resto de los gobiernos provinciales y comunales y sus áreas legislativas.

Y aquí, se produce la primera distorsión reduccionista: La estructura gerencial (los políticos) es confundida con los patrones (el poder empresarial que controla el Estado capitalista y todo el sistema económico productivo).

Lo que la prensa (tanto en los países centrales como dependientes) presenta como guerra de los políticos por el poder, es en realidad una guerra de los grupos económicos por los mercados y por un mayor posicionamiento en las áreas de decisiones del Estado capitalista.

En este juego, los políticos son sólo intermediarios institucionales de esta guerra, tomando posiciones según su vinculación dentro de la red empresarial para la cual prestan servicios como "lobbystas" en los niveles gubernamentales, legislativos y judiciales.

En el Ejecutivo nacional, en los gobiernos provinciales y comunales, en las cámaras del Congreso, los políticos son sólo la polea de transmisión (y de ejecución) de los intereses de los grandes grupos económicos que se reparten el comercio interior, el comercio exterior, y toda la estructura económica productiva del país.

O sea que, la función especifica de la "clase política" no es la de detentar el poder de decisión económica (el poder real del Estado capitalista), sino la de cumplir funciones gerenciales (cuando están en puestos gubernamentales) o de hacer lobbys (impulsar leyes favorables a sus representados) cuando están en la cámaras legislativas.

Para que esto se entienda mejor: Todo el desarrollo de la carrera de un político (sin excepción a la regla) está marcado por su condición de lobbysta de algún grupo económico.

La relación empieza cuando inicia su carrera en el escalón más bajo de la pirámide política, pasando por distintos puestos, desde concejal, diputado, intendente, gobernador hasta Presidente, según la suerte que le toque en el negocio.

Las empresas y bancos pagan de dos maneras por los "servicios" institucionales de un político: Financian sus campañas y lo habilitan con un porcentaje de los contratos que consiguen con el Estado.

Si llegan a los puestos más altos (presidente, gobernador o alcalde), sirven al poder colocando a los operadores de los grupos económicos como funcionarios o asesores claves en los gabinetes gubernamentales.

Esta dinámica es la que le permite a los políticos transformar el gerenciamiento de "cosa pública" en una empresa comercial paralela realizada con el control del Estado. Esta actividad capitalista privada (ejecutada con el Estado como herramienta) es lo que le permite al político convertirse en un próspero millonario y manejar cuentas secretas en los paraísos fiscales.


O sea que, al amparo de la representatividad institucional que le otorga el "voto popular", el político construye su propio negocio capitalista haciendo lobby y gerenciando "cosa pública" para los pulpos económicos y financieros que controlan y se reparten áreas de influencia en el Estado capitalista.


Si las mayorías tomaran conciencia de esta macroestafa con el Estado dejarían de legitimar a los políticos con su voto en la urna.


Y eso no sucede por una sencilla razón: Los medios de comunicación (guardianes y protectores del sistema) imponen y nivelan la idea de que si la gente no vota se puede ingresar al caos y al "vacío" de poder.

Lo que no tiene ningún sustento lógico, dado que el Estado de las corporaciones económicas funciona al margen del formalismo de las instituciones que le otorgan barniz "democrática" al macro-robo capitalista de trabajo social y de recursos naturales. Donde el "voto popular" solo cumple el papel de legitimación social de la estafa institucionalizada con las elecciones y la participación masiva.


El poder oculto


Los que toman las decisiones estratégicas (a través de los políticos) son los factores del poder económico que hacen lobby de presión e influencia sobre el gobierno y los parlamentos.
Esta estrategia (de presentar al gerente como si fuera el patrón) está orientada a hacer desaparecer la estructura del poder real que controla los hilos del Estado por encima de los gobiernos y los sistemas parlamentarios y jurídicos.

Por encima del poder político se sitúa un supra poder (de naturaleza oculta) fundamentado en un trípode: Las grandes cámaras empresariales, las embajadas extranjeras y los monopolios de medios de comunicación.

Las embajadas extranjeras (principalmente las de EEUU y la UE) cumplen función de "lobbystas" de sus bancos y empresas en el país en que se encuentren.

Las grandes cámaras empresariales, su vez, nuclean a los grandes bancos y empresas multinacionales que mantienen la hegemonía y el control de toda la actividad económico productiva, y a su vez manejan el mercado interno y el comercio exterior (las áreas clave de la economía).

Los grandes consorcios mediáticos (aparte de integrar el sistema como una corporación más) son ultradependientes de los grandes bancos y empresas que pautan el grueso de sus facturación con la publicidad comercial.

A su vez, presionan al gobierno nacional y a los provinciales para el otorgamiento de la publicidad institucional de Estado, que complementa su facturación y su rentabilidad por ingresos publicitarios.

Este trípode estratégico constituido por las embajadas (el poder imperial trasnacional), las grandes cámaras empresariales (el poder económico) y los consorcios de la comunicación (el poder mediático) constituye el centro del poder estratégico que controla el Estado capitalista, tanto en los países centrales como en los de la periferia dependiente.

Cuando la prensa otorga (a través de la información) el poder de decisión a los políticos y a los gobiernos de turno, lo que hace es diluir la comprensión y sacar el poder real de la vista de las mayorías.

Y hay una explicación de fondo: Los políticos no son nada más que un fusible.

Además de su función gerencial al servicio de los grandes grupos económicos, están para preservar el anonimato de los centros de decisión que controlan el poder real.

                                                      Manuel Freytas
                                                  
Periodista, investigador, analista de estructuras del poder, especialista en inteligencia y comunicación estratégica

Fuente
elespiadigital.com

domingo, 12 de mayo de 2013

EL EJEMPLO DEL IBEX 35



El 94% de las empresas del Ibex 35 tiene presencia en paraísos fiscales

El 94% de las empresas del IBEX, 33 de las 35 compañías que integran el índice bursátil, poseen actividades financieras en paraísos fiscales, según el informe de 2011 elaborado por el Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa.

Según el estudio, elaborado a partir de la información que publican las compañías en sus juntas de accionistas, los 'paraísos fiscales' más usados son Delaware (EEUU), con 115 domiciliaciones, seguido de Holanda, con 85; Luxemburgo, con 30; Irlanda, con 29; Suiza, con 24; Hong Kong, con 23; y las Islas Caimán, con 22.

Las empresas con mayor presencia en paraísos fiscales, a través de sociedades dependientes y participadas con domicilio en estos emplazamientos, fueron: Banco Santander (72), ACS (71), BBVA (43) y Repsol YPF (43).

Carlos Cordero, director del estudio, ha destacado en la presentación del informe, que durante la crisis económica estas actividades, en vez de disminuir, han aumentado un 8% más respecto a 2010.
Se trata de una elusión fiscal, es decir, una actividad legal pero que repercute negativamente en la economía nacional, ha denunciado.

Cordero, ha achacado la falta de transparencia por parte de las empresas a la ausencia de normas jurídicas que impidan estas actividades.

El informe, que ha sido revisado y modificado en algunos puntos por las empresas del IBEX, refleja carencias de otros datos sobre responsabilidad corporativa, como el medio ambiente, los derechos humanos, la protección del consumidor o la corrupción.

Por último, Cordero ha criticado que los sueldos de los altos cargos se decidan en los consejos de administración en vez de en las juntas generales de accionistas, si bien ha admitido que es una práctica que se da también en otros países europeos.

Fuente
elmundo.es

"Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa".   Demócrates