TRADUCTOR

sábado, 26 de julio de 2014

"CUI BONO"



Objetivo: Putin
Lo que ha sucedido con el Boeing-777 de las líneas aéreas malasias se va aclarando, poco a poco, como era de esperar, dado los avances tecnológicos en el arte de la guerra, la paz y la geoestrategia

En el espiadigital.com les hemos ido informando, hora a hora, sobre las evidencias. Sólo era cuestión de tiempo. Quizá sea la desfachatez del Gobierno norteamericano y el desconcierto ante la debacle que se le viene encima, al no poder hacer frente a los pagos de la deuda, con vencimiento entre los últimos días del mes de julio y primeros de agosto, contraída sobre todo con China, lo que explica este sucio montaje que ha costado la vida a 298 personas. La pregunta clave, siempre es: “para qué”.
Y la respuesta espara criminalizar a Vladimir Putin
¿Qué son 298 personas ante el mantenimiento de la supremacía mundial? Siento hablar así, pero las pruebas indican, constantemente, lo que somos los ciudadanos de a pie, las personas, para ese 1% de población mundial, que tiene en sus manos más riqueza y poder que el 90% de la misma. Maquillado con urnas, con asociaciones pro-derechos humanos, con ideologías que aseguran respetar la soberanía de los pueblos… mentira. Léanse ustedes el tratado sobre el libre comercio que se prepara en Bruselas, el TTIP, Tratado Transatlántico de Inversión y Comercio, una artimaña, con una amable denominación, que pone en peligro el trabajo y todos los derechos sociales adquiridos durante épocas. Por no hablar de valores. Háganlo, si pueden, porque, a pesar de que contamos con un foro de debate elegido directamente y costeado por los ciudadanos, la Asamblea, el tratado se negocia en secreto por megamandatarios y oligarcas. No en vano, este año los Bilderberg han estado acompañados de prebostes  multimillonarios y oligarcas responsables de las multinacionales de los sectores energéticos y armas.
¿Y por qué digo que el objetivo es Vladimir Putin?, ¿por qué hay hipótesis realizadas estos últimos días que apuntan a que el objetivo era el avión del Presidente, que, curiosamente, había sobrevolado la zona sólo unos minutos antes, no llegaba a una hora? Pues no. No lo digo por eso aunque, al final, nada es descartable. Y la hipótesis no choca frontalmente con las evidencias que ya conocemos sobre la investigación y las pruebas, únicas pruebas contrastables, aportadas por el Ministerio de Defensa ruso, que ha puesto sobre la mesa, el material recogido por sus sistemas de alerta que, por su parte, la OTAN no quiere o no desea aportar. Independientemente de que, como dice el refrán, y por otra parte todos sabemos, “haberlas, hailas”.
Al hilo del argumento, sí podemos constatar que Putin es culpable de haber tirado por tierra, dilapidado y desbaratado, todas y cada una de las perspectivas que los EEUU habían puesto en Ucrania, frontera con Rusia, como todo el mundo sabe, auspiciando un golpe de Estado, a través de la propagación del odio entre la comunidad, sufragando, entrenando y apoyando a personajes que parecen salir de las tinieblas, y que lo mismo se podían haber dedicado a desestabilizar que a crear el pánico en las puertas de las discotecas. Es sólo odio. Siguiendo el manual que la CIA ha puesto en práctica, bordando el estilo, entre el medio siglo pasado y lo que llevamos de éste. Véase, el patio trasero de los EEUU u Oriente Medio.
Hasta el momento, a primeros de año, en que Victor Yanukovich decide, cabalmente, que no puede prescindir de las ayudas de Rusia, aunque sólo hubiese sido por el precio especial al que Gazpron le vendía a los ucranianos el gas, sosteniendo, además, facturas pendientes de más que considerable importe, Putin andaba a lo suyo. Sin dejarse tocar las narices, claro está, parando algún misil que otro, pero muy modosito, enfrascado con su diplomacia, sus contratos comerciales con sus socios, como él dice, y propulsando medidas sociales y de bienestar económico para su pueblo, que para eso lo pusieron los rusos en el principal despacho del Kremlin. Sin embargo, dado que a Occidente, hoy por hoy eufemismo de EEUU, no le gustó nada que Yanukovich decidiese continuar con el suministro de gas ruso –como si Ucrania tuviese otra posibilidad-, y no llevase a cabo una ruptura total con el país vecino y hermano, decidió echar al oligarca, para sustituirlo por otro más obediente.
¿Qué son unos cuantos muertos, en Maidan, para lograr el gran propósito de la paz, la democracia y la seguridad mundial?
Los planes de las grandes potencias democráticas estaban decididos. Rusia es culpable… principalmente, de que EEUU no pueda continuar con su supremacía en el mundo unipolar. El fin de la Historia.
Lo que, al parecer, no calculó bien la CIA en esta ocasión fue la capacidad de la Cancillería rusa y, muy especialmente, la de su, hoy, gracias a sus adversarios, indiscutible líder, Vladimir Putin, para hacerse con el control de los acontecimientos. Al fin y al cabo recordemos que en Afganistan se les escapó el lugarteniente de Bin Laden, cojo y en una moto de características poco psicodélicas, frente a un despliegue de marines con sus miras telescópicas, con visión nocturna. No es la primera vez, cuando se empecinan en no querer ver la realidad, son únicos. Y es que su propia prepotencia los ciega, hoy por hoy, su mayor enemigo, y lo que les hace, sin duda, errar el blanco.
Putin es a finales de julio muchísimo más fuerte que en el mes de febrero
Vladimir Vladimirovich Putin es inmensamente más visible y poderoso. Desde que comenzasen los acontecimientos de la plaza de Maidan, Putin ha firmado un acuerdo sin precedentes para suministrar gas al gigante chino. Millones de yenes/rublos –obsérvese el tipo de moneda-, que le solucionan la dependencia energética que podría padecer con sus socios europeos. Y que traducido a dólares supone un montante de 400 mil millones en total en una vigencia de 30 años. Ha establecido un nuevo tratado territorial, la Unión Económica Euroasiática, un acuerdo que prevé el libre flujo de mercancías, servicios, capitales y trabajadores dentro de una unión política, en sectores claves como la energía, la industria la agricultura y el transporte, entre Rusia, Bielorrusia y Kazajistán. Un tratado que muchos expertos han comparado con la UE. Ha demostrado que domina el tablero de ajedrez y apenas ha insinuado la jugada maestra:Jaque mate al dólar.
Ha brillado, con luz propia, en el patio trasero de los EEUU, Hispanoamérica. Permitiéndose hasta entrar en el juego, este de seducción, que la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, ha dejado más que patente con su lenguaje no verbal y su gestualidad corporal. Ha ido mucho más allá de lo que ya conocíamos como BRIC, aunque no fuésemos realmente conscientes de su potencialidad, impulsada, qué duda cabe ya, por la avaricia y desmesurada ambición de los EEUU, con la creación en su seno de un nuevo Banco de Desarrollo, que se postula, con un fondo de divisas con recursos de 200.000 millones de dólares, como la alternativa real del Fondo Monetario Internacional, FMI. Todo ello, dijo Putin, “para asegurar el desarrollo de nuestros países y permitir, a sus miembros, ser más independientes respecto de los países occidentales”. Vamos, como quien no quiere la cosa, tranquilo y pausado. Sin entrar en provocaciones. Y, sin embargo, Jaque al rey.
La foto con Cristina KirchnerJosé MujicaEvo Morales y Nicolás Maduro, ya ha sido empalagosa para el jefe de la Casa Blanca, Barak Obama. Pero la foto de la reunión en Brasil, con los mandatarios de Brasil, India, China y Sudáfrica, ha sido un golpe mortal. A lo que hay que añadir, tratados bilaterales, de consecuencias económicas y sobre todo geoestratégicas sin determinar e impredecibles, entre Rusia y Argentina, Rusia y Nicaragua, Rusia y Cuba… Y para mayor desatino, el presidente chino, Xi Jinping, sucede sólo en una semana, a Putin, para seguir ganando terreno a los EEUU en lo que a Iberoamérica se refiere.
Por no recordar la anexión de Crimea a la Federación Rusa, con un apoyo popular, hasta en las urnas, que para sí lo querrían los europeos, a través de un proceso pacífico impecable, con lo que Rusia, recordémoslo, se asegura su salida al mar Negro. Una península que, por otra parte, mantenía de facto con sus pagos por el mantenimiento de su flota. Y es que 20 años no son nada. Y el ucraniano Nikita Jrushchov, entonces presidente de Unión Soviética, al final no pudo con el sentimiento de aquellos que habían sido rusos desde tiempos ancestrales. Nadie es profeta en su tierra. Y, emociones a parte, la envergadura geoestratégica de la acción llevada a cabo, rápida, firme y segura, no deja a nadie indiferente, que se suele decir.
Republicanos y demócratas enfrascados por segunda vez este año, por la ampliación del techo de deuda de los EEUU
Todo ello en el puñetero y poco propicio momento en que Obama tiene la necesidad de pedir una nueva ampliación de la deuda al Congreso de los EEUU, porque no puede hacer frente a los pagarés pendientes de pago. Una deuda contraída en su mayoría con China, que hoy, todo el mundo lo sabe, es mucho más “aliada” de Rusia de lo que lo era antes de comenzar la aventura ucraniana. Las leyes federales apuntan que el Congreso estadounidense sólo procederá a aprobar una ampliación del techo de deuda si la coyuntura es de tal calibre como para dar rienda suelta al voto afirmativo. Hasta el momento, la guerra particular entre republicanos y demócratas continúa su curso. El Tesoro norteamericano puede pagar hasta el día 2 de agosto, “incluso algunos días más, aunque no llegue al acuerdo”, según ultima hora de hoy martes 22 de julio, publicado por la web de The New York Times. Esto sería, según expertos estadounidenses, como mucho hasta el 10 de agosto.
¿Sería una guerra en la vieja Europa esa coyuntura favorable que Obama pide a gritos?
¿Justifica este panorama el crimen, como así lo llamó el presidente ruso en su primera comparecencia pública, de 298 personas inocentes?
¿Por qué derribarían las autodefensas pro-rusas un avión con pasajeros? ¿Para aumentar el elevado número de víctimas inocentes que ya siembran de dolor y desesperación su territorio?
Les prometemos seguir atentamente las pruebas aportadas a la investigación independiente e internacional que se ha aprobado en el Consejo de Seguridad. Todo ello lejos ya de falsas acusaciones, escasez de pruebas, y campañas de difamación y desinformación urdidas por los monopolios de la “prensa libre”. Y les prometemos, también, estar pendientes a las respuestas del presidente ucraniano, Petro Poroshenko,  para esclarecer quién dio la orden de desviar el rumbo habitual del avión hacia una zona en conflicto, para qué, qué hacía un caza de guerra ucraniano volando a 4 ó 5 km de distancia de un avión de pasajeros. Por qué ocultan el movimiento de baterías de misiles realizado unos días antes por su ejército…y, en general, a las respuestas que requieren las evidencias que presentan las fotografías de los sistemas de alerta rusos.
Fuente                                    Cristina Sánchez
elespiadigital                     Redactora Jefe de Elespiadigital.com

viernes, 25 de julio de 2014

LA REVOLUCIÓN DIVERTIDA



La contracultura como ideología capitalista
La contracultura es la cultura de los ricos y bien formados. La rebelión es una tradición del sistema capitalista a la que se premia. Estas dos frases, extraídas de su libro, podrían resumir las conclusiones a las que llega Ramón González Ferriz en La revolución divertida, expresión que emplea para referirse a Mayo del 68 y, por extensión, a todas las «revoluciones culturales» que se ha producido desde entonces en Occidente.
La tesis de fondo no es inédita: apela a la capacidad de adaptación del capitalismo democrático ante las transformaciones socio–morales –encauzadas por los medios de comunicación masivos– deslizando de paso una leve crítica a la generación de los años sesenta{1}. El autor no olvida referirse a las «guerras culturales» que desde hace casi medio siglo enmarcan el debate público, sin cuestionar –y esto es clave– las instituciones políticas. En este sentido, subraya la eclosión de un conservadurismo renovado que, al igual que la izquierda libertaria, construye mitos (los dorados y tranquilos cincuenta) para competir en el mercado de las ideas y venderse mejor. A su vez, el libro tiene la virtud de analizar el caso español, cuyas tendencias tras el fin del franquismo no hacen sino replicar las pautas de transgresión sistémica propias de la cultura pop (verdadero marco ideológico del capitalismo), llegando hasta el 15M.
Pero volvamos al principio, esto es, al 68. Fue entonces cuando alcanzaron visibilidad social temas que en gran parte continúan definiendo la agenda político–mediática del presente (feminismo, ecologismo, homosexualidad...). También cuando se rompió el consenso cristiano–socialdemócrata de postguerra, pero solo para generar otro nuevo, en el que convergen la liberación de las costumbres y la economía de mercado. Así, pese a su fracaso político, el 68 triunfó en la calle puesto que, en lugar de una revolución a la antigua usanza –de asalto al poder–, fue un movimiento de ascendencia artística, más pegado a los beatniks y Dylan que a los tratados de Althusser o Adorno. 
Los «niños de papa tocados por la gracia» que la protagonizaron (de acuerdo con Raymond Aron) constituían la generación mejor tratada de la historia, legatarios de las políticas bienestaristas implantadas por los De Gaulle, Attlee, Roosevelt, etc., en un contexto de boom demográfico. En vez de tumbar al sistema, la revolución divertida tan solo exigió al cabo, en sintonía con la canción de los Beatles, una apertura («interior») de la mente, un ensanche del consumo de experiencias voluptuosas que no hizo sino expandir el capitalismo. Y actualizar su percepción, que pasó de una imagen conformista a otra bohemia, diferente, cool, gradualmente acomodada a la del «genio informático». Entretanto, las reivindicaciones clásicas de la izquierda se fragmentaron al punto de abandonar la lucha de clases y desplazar el núcleo del debate a un terreno de juego estético, identitario. De puro marketing. En consecuencia, la izquierda quedó varada en el callejón sin salida en el que se metió, defendiendo modelos de vida libertarios al tiempo que reclamaba más Estado. Ello no impidió una reacción –asimismo decorativa– de una derecha puritana que, envalentonada por los medios, ha desembocado en el Tea Party
De este modo, mientras el mainstream ha consolidado una hegemonía cultural sincrética, lúdica, tolerante e individualista, se ha abierto un espacio en los márgenes destinado a la retórica radical, intelectualmente confortable y sin mayor repercusión que la que le concede la moda.
La tardía incorporación de España al sistema de democracias representativas apenas retrasó la adhesión de su sociedad al mismo imaginario. Retrotrayéndose al inicio de la transición, el autor subraya la prevalencia que acaparó la Nueva Ola –corriente postpunk antecesora de la Movida madrileña, sin mayores ambiciones políticas– frente a la izquierda ácrata afincada en Barcelona, más «sesuda» (ciertamente, ni la dimensión hedónica que cultivaba esta corriente casaba con el viejo espíritu cenetista –reflejo de una clara ruptura generacional– ni su maximalismo utópico implicaba efectos institucionales). 
Sea como fuere, el ajuste de los valores postmodernos a las nuevas estructuras de decisión terminó cuajando con la creación del Ministerio de Cultura, el cual –poniendo en ejercicio el concepto de simulacro de Baudrillard– se convirtió en el mayor patrocinador del anti–establishment toda vez que, al amparo del radicalismo estético, la agitación política quedó desactivada
Es lo que algunos etiquetan como «Cultura de la Transición» que en los ochenta encarnaron mejor que nadie los «intelectuales pop»: un conjunto de personajes vinculados a la socialdemocracia procedentes de la esfera universitaria, literaria o periodística (Tierno, Aranguren, Vázquez Montalbán…) a la que se incorporaron figuras del ámbito artístico, siguiendo la estela del resto de Occidente (Bob Marley, Bono, Manu Chao, etc.). Un fenómeno que –también al igual de lo que sucedió fuera de nuestras fronteras– tendrá su contrapunto ideológico, cuando a mediados de los años noventa el partido conservador alcance el poder en España y los intelectuales de derechas, esgrimiendo asimismo un discurso transgresor («políticamente incorrecto») reciban su cuota de apoyo estatal.
Bajo el signo de una conflictividad ideológico–cultural normalizada, en gran parte abolida, el tramo final del libro repasa los últimos ecos del 68 que resuenan en los albores del siglo XXI, al compás de la antiglobalización, la revolución de las nuevas tecnologías y la crisis financiera. La proximidad de estos acontecimientos no ocultan su «lógica divertida», inofensiva en términos políticos y diáfana a poco que se examinen sus características. De hecho, en el caso del movimiento antiglobalización –que alcanzó su mayor cota de popularidad en las manifestaciones de Seattle y Génova de 1999 y 2001– nos encontramos ante un ideario amorfo e inconsistente, rápidamente fagocitado por el capitalismo cultural, vía productos «indies». Pese a su vocación purista por recuperar la esencia mística del 68 –frente a quienes la traicionaron– la multitud de causas que acumulaba (etnicismo, antiliberalismo, animalismo, etc.) acabó por diluir su congruencia. Tanto más por cuanto la única reivindicación de peso, más o menos compartida, solicitaba una mayor presencia estatal, en detrimento del libertarismo genuino. Quizá más coherencia guarden las batallas abiertas por la revolución cibernética, siempre que se acentúe su naturaleza apolítica. Según subraya González Ferriz, la juventud de los líderes y emprendedores del universo digital{2} se plasma en el entorno laboral que han construido: informal, desprofesionalizado y flexible. Ajeno a la agenda política. Y aunque es verdad que internet ha posibilitado la creación de un espacio capaz de impulsar cambios sociales e incluso intensificar los grados de participación (Democracia 2.0), lo cierto es que los fundamentos del régimen representativo permanecen indemnes, escasamente erosionados por la actividad de plataformas «hacktivistas» como Anonymous o WikiLeaks. En cambio, el impacto de internet se ha dejado notar en el circuito de las industrias culturales, cuestionando el alcance de la propiedad intelectual, fracturando los filtros de autoridad y desarbolando el modelo de negocio establecido. Esta brecha ha introducido una cierta mutación ideológica, en el sentido de que los antiguos progresistas se han convertido en los nuevos conservadores, nostálgicos del viejo orden, mientras que muchos partidarios del libre intercambio de contenidos simpatizan con el libertarismo individualista. Con todo, cabe matizar la magnitud de este fenómeno, en tanto no ha alumbrado un sistema alternativo y el rol de las empresas culturales (editoriales, productoras, etc.) sigue vigente.
Por fin, la última estación del trayecto nos lleva a las manifestaciones del 15M español y al movimiento Occupy, en las que confluyen rasgos de la antiglobalización con el empleo eficaz de tácticas digitales, a través de redes como twitter o facebook. Su instantánea instrumentalización mediática amortiguó la carga de su ideario más auténtico, ligado a la corriente «okupa» y al libertarismo de izquierda de los setenta, aunque también colocó en un primer plano de interés sus planteamientos de base (autogestión, asamblearismo...). No obstante, la heterogeneidad de sus integrantes y la fragilidad de sus referentes teóricos (encarnados en el endeble panfleto de Stéphane Hessel) han acabado por desinflar un fenómeno que tampoco estaba exento de contradicciones. Y es que en su trasfondodebajo del agotamiento provocado por la crisis económica nos topamos con una nueva quiebra generacional, protagonizada por una juventud que no busca sino vivir en las mismas condiciones de desahogo y estabilidad que sus padres. Estaríamos por tanto ante una suerte de revolución conservadora, presumible nicho de futuros políticos y empresarios de éxito, llamada a perpetuar en una nueva vuelta de tuerca el «entretenimiento–marco» en el que se desenvuelve la dinámica política occidental. El teatro de su mundo. 

Quizá el desencanto y la desafección social expresada en las encuestas hacia las principales instituciones (dicho de otro modo: la atracción por la anti–política o el populismo) represente su indicio actual más evidente, síntoma de la enfermedad que supone desconocer la reconfiguración de un mundo emergente más complejo, más rico, con más clases medias y, en consecuencia, más sometido a la presión, al riesgo y a la competencia global por los recursos materiales y energéticos. Pero este otro debate carece de diversión.
Fuente                José Andrés Fernández Leost
Notas
{1} Dicho razonamiento encuentra soporte en una creciente bibliografía desmitificadora en la que destacan títulos como Rebelarse vende, de Joseph Heath y Andrew Potter (2004) o La conquista de lo cool (1997), donde su autor, Thomas Frank, ubica en las reconversiones de la industria publicitaria de los años cincuenta–sesenta el germen de la contracultura, detonante del consumismo individualista posterior.
{2} Sus máximos exponentes apenas superaban los 30 años en el momento en el que fundaron sus proyectos.

jueves, 24 de julio de 2014

¿MAFIAS O AGENCIAS DE VIAJES?



Las redes del tráfico de inmigrantes a España

"Lo que llamamos mafias son como agencias de viajes", dice Carmen González, investigadora del Real Instituto Elcano.Algunos señalan los chivatazos de los agentes marroquíes a los inmigrantes para facilitar la entrada en España.

Que la inmigración ilegal es un negocio rotundo para las mafias lo demuestra un simple vistazo a las cifras. Según una encuesta realizada por el proyecto europeo Infomigra, estas redes de inmigrantes podrían haber movilizado unos 2.000 millones de euros en los últimos diez años. Un cálculo realizado con amplios márgenes de error, teniendo en cuenta que el precio que deben pagarles los irregulares oscila entre los 500 y los 3.000 euros. Una cantidad que depende del método de entrada a España y de las garantías de éxito.

Pensar en mafias es hacerlo también en una organización estructurada, con una base sólida y tentáculos poderosos. Nada que ver con la realidad, según los expertos.

Lo que llamamos mafias son como agencias de viajes”. Así de gráfica se muestra Carmen González Enríquez, investigadora principal del Real Instituto Elcano para Demografía y Migraciones. “Les organizan el viaje para todo el recorrido”.Y como las agencias, están también sujetas a las leyes del mercado, de la oferta y la demanda. El único delito, intentar cruzar ilegalmente. No hay más, dice esta experta, reticente a utilizar el término “mafia” para referirse a estas redes.

También echa por tierra el término Rafa Crespo, especialista en migraciones del Centro de Estudios Africanos, en Barcelona. “Cuando hablamos de mafias no hablamos de organizaciones internacionales. Se instalan sobre todo en zonas de frontera, y en cada una operan de forma diferente. No son iguales las de Marruecos que las de Mali o Níger”, afirma. Son redes locales y atomizadas, sin relación entre ellas, y formadas por pocas personas. Desvinculadas también, dice, de otras organizaciones criminales, como las de la droga. “a nivel de red no creo que tengan vínculos, puede que a nivel personal algunas personas sí estén implicadas, pero no es a nivel de organización”

Pero lo que sí comparten son su perfil de “víctimas”: varones procedentes de familias pobres, con las necesidades básicas sin cubrir, y con la responsabilidad de mejorar la situación de sus familiares. Pobreza, analfabetismo, falta de oportunidades... se convierten así en el caldo de cultivo propicio para que estos grupos delictivos puedan operar.

Con Crespo coincide David Vidal. Excolaborador del CNI durante años y experto en inmigración conoce bien el funcionamiento de estas redes. Durante meses fue “traficante” en el África Subsahariana para documentar la operativa de las mafias y trasladar la información al Gobierno. Vidal desmonta también la imagen de una red articulada: “Allí el concepto de traficante es muy diferente al que aquí tenemos. Es un señor que ayuda”. Ayuda a una familia porque se lleva a su hijo y le abre las puertas de Europa.

Ambos se refieren a estos grupos como una especie de “redes de tránsito”, encargadas trasladar al inmigrante por cada país que forma parte de su recorrido, generalmente hasta Marruecos. Una travesía que suelen realizar guías locales, generalmente comerciantes o transportistas. Gente que un día lleva fruta, y al día siguiente personas. Al final del recorrido esperan los “lanzadores”, los que se encargan del paso final, en el caso de cayucos, o camiones con doble fondo.

Una estrategia adoptada en función de la presión que ejercen los Gobiernos y sus normativas. Las mafias no son ajenas a los cambios legislativos y adaptan también las formas de entrada según el propio país “facilite” el tránsito. Las medidas adoptadas en 2005, año en que se produjo la “crisis de las vallas” con asaltos masivos, cambiaron también las formas de acceso. El Gobierno de Rodríguez Zapatero instaló cuchillas y reforzó la presencia de agentes. También lo hizo Marruecos. Y, en consecuencia, las entradas a través de la valla también se redujeron. Aumentaron los vehículos con doble fondo y los “polizones”, que llegaban a pagar hasta 5.000 euros por su paso a la Península. También se incrementó el tránsito de cayucos a través de Canarias, que alcanzó su culmen un año después.

Entre 2009 y 2010, el Gobierno aplica un control más estricto de la inmigración, y en consecuencia bajan también los intentos. Los inmigrantes esperan en Marruecos para poder pasar a la Península, y se detectan también algunos intentos de cruce a nado. En 2011, la presión se incrementa con la llegada de inmigrantes huidos de la situación de conflicto en Libia y Túnez. Los intentos se hacen más frecuentes. Vuelven los saltos a las vallas.

Connivencia con las autoridades”

Pero estas redes ¿actúan solas? Rafa Crespo es el primero en desvelar la incógnita. “Es complicado que sin la implicación directa, activa o pasiva de las fuerzas de seguridad se pueda pasar la frontera”. Crespo prefiere hablar en general, y no concretar esta corrupción en un país concreto.

 Que existen chivatazos, agentes que hacen la vista gorda, sobornos para entrar, no lo ocultan ni siquiera en fuentes oficiales. Pero los expertos apunta también a que la inmigración es un problema consentido y manejado a conciencia por las autoridades. Las de Marruecos, y también las de España. “Ambos países están pidiendo dinero a cambio del control de la inmigración, están trasladando a gente ilegalmente de un país a otro, España a Marruecos y Marruecos a Argelia, a través de devoluciones en caliente. Estas son características de las grandes mafias”, dice José Palazón, presidente de la Asociación Prodeim de Melilla.

 A nadie escapa que el control de la inmigración es arma arrojadiza del país en sus relaciones con el Gobierno español, también con la UE. Sugieren que el país vecino ha incrementado en múltiples ocasiones sus cifras de presión migratoria para solicitar más fondos y otros beneficios, como los acuerdos pesqueros, a cambio de figurar como clave para controlarla. Palazón apunta además a confidentes e informadores de los servicios secretos de Marruecos que alientan los saltos y  dan en ocasiones a los inmigrantes el chivatazo de cuándo es el momento propicio para intentar cruzar la frontera.

Fuente                                          Luz Sela
teinteresa