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sábado, 22 de noviembre de 2014

EN TODOS LOS FRENTES



Los españoles de la II Guerra Mundial

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial –cinco meses después del final de la guerra civil española– los españoles lucharon en los dos bandos del conflicto y en todos los escenarios bélicos europeos.

Las ambiciones de los combatientes que lucharon en las filas de los aliados, y que a menudo soñaban con regresar a España liderando un levantamiento contra el régimen franquista, se tornaron en frustración y sufrimiento. Su fascinante historia no ha recibido nunca la merecida atención de la comunidad internacional.

El general Francisco Franco se alzó con la victoria en la Guerra Civil gracias a la ayuda militar de la Alemania de Hitler y la Italia de Mussolini pero, a pesar de las negociaciones que mantuvo, no luchó contra los aliados. Lo que sí hizo Franco fue prestar considerable ayuda a la Alemania nazi: materias primas, obreros y la División Azul, una unidad de entre 15.000 y 18.000 soldados voluntarios que luchó en el frente oriental contra la Unión Soviética.

Ni en Europa y ni en Estados Unidos se sabe prácticamente nada de los varios millares de exiliados españoles que sirvieron en las tropas aliadas. Padecieron años de adversidades, de desconfianza por parte de sus compañeros extranjeros y, finalmente, la desilusión de comprobar que el régimen de Franco sobrevivió más de treinta años a la caída de Hitler y Mussolini.

Quizá la mayor concentración de españoles entre los aliados se dio en el Ejército francés -en la llamada Legión Extranjera- y en las tropas auxiliares de trabajo, entre 1939 y 1940. Hasta 20.000 soldados sirvieron en este ejército, una cifra que casi se duplica en el caso de los obreros. Los que cayeron en manos del Ejército nazi fueron encarcelados. Más de 7.000 soldados murieron en el campo de concentración de Mauthausen.

Otro núcleo importante lo formaron los comunistas españoles que se refugiaron en la Unión Soviética de Iósif Stalin. Para este grupo, que creía en una revolución a escala mundial, el corazón del socialismo internacional estaba en la URSS. Entre los principales comunistas que se alinearon con Stalin cabe destacar la labor de Enrique Líster y Juan Modesto, que con su rango de generales sirvieron tanto al Ejército republicano español como al Ejército Rojo. También Dolores Ibárruri, La Pasionaria, que desde la radio de Moscú emitía mensajes contra Franco y a favor de la URSS durante la Segunda Guerra Mundial.

Los exiliados padecieron unas condiciones de vida duras, sometidos a interrogatorios y encarcelamientos por parte de la policía secreta de Stalin, e incluso ejecutados por supuesta deslealtad al régimen. Stalin desconfiaba profundamente de los representantes extranjeros de la Internacional Comunista.

Otra unidad que se adhirió a las filas de los aliados fue la de los republicanos españoles que sirvieron en la Segunda División Blindada del Ejército Francia Libre, del general Charles De Gaulle. Los casi trescientos hombres reclutados en esta unidad eran expatriados que vivían en las colonias francesas y participaron en varias operaciones en 1944, como los desembarcos de Normandía y la liberación de París.

Un último reducto afiliado fue el de los maquis, o guerrillas españolas de orientación comunista, que se infiltraron al otro lado de los Pirineos hacia finales de 1944 y principios de 1945 con la esperanza de reavivar la guerra española. Muchos eran soldados que habían pasado por la resistencia francesa. Lanzaban ofensivas en las montañas del norte de España. Pronto fueron doblegados por el Ejército de Franco y las fuerzas paramilitares de la Guardia Civil, y los supervivientes de la resistencia volvieron al exilio permanente en Francia. El gobierno español en el exilio, que en 1940 había huido a México, regresó a París en 1946 y allí permaneció hasta su disolución, con la llegada de la democracia a España en 1977.

Todos compartían objetivos comunes: vencer al nazismo y derrocar el régimen de Franco. Esperaban que los aliados equipararan al general Franco con Hitler y Mussolini y ampliaran la guerra al territorio español. No hubo tal apoyo. Estados Unidos, Reino Unido, la URSS y Francia decidieron que era preferible una España débil y aislada que una nueva ola de conflictos en la Península Ibérica. Con la llegada de la Guerra Fría, el régimen de Franco adquirió otro matiz a ojos de los países occidentales, que comenzaron a verlo como un posible aliado.

La lucha de los valientes soldados españoles implicó en la mayoría de los casos un sacrificio personal mucho mayor que el del resto de las tropas, con un futuro absolutamente incierto, incluso para los que salieron victoriosos en la lucha.

Fuente                           Wayne H. Bowen
es.rbth.com

Wayne H. Bowen, Ph.D., es catedrático de historia y director de departamento de Southeast Missouri State University, de Estados Unidos. También es autor de cinco libros, entre los que figura su obra España durante la Segunda Guerra Mundial, publicada por la editorial University of Missouri Press.

viernes, 21 de noviembre de 2014

HUNGRÍA Y LAS RAICES DE EVROPA



Historia de una revolución conservadora en el XXI

Hungría ha revolucionado, desde 2010, el debate político en el seno de la Unión europea sobre sus raíces históricas y sus perspectivas de desarrollo futuro. En un interesante contexto de transformaciones globales y de crisis económica persistente, la construcción europea se enfrenta al reto de definir y compartir los pilares morales y los valores comunitarios que deben dar sentido y significado a su propio proyecto, en este tiempo histórico, ante realidades ideológicas emergentes y frente a viejas identidades recuperadas. 

Y en el tiempo citado Viktor Orbán, primer ministro del país magiar, ha liderado una revolución conservadora de amplio calado sin parangón en el seno de la Europa unida, con una nueva Constitución como referente de partida, que la Historia de las ideas puede ayudar a descifrar.
                           Sergio Fernández Riquelme
   Doctor en Historia y Política social. Profesor de la Universidad de Murcia (España).
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jueves, 20 de noviembre de 2014

RAMÓN GÓMEZ DE LA SERNA Y LA MUERTE



Los esbozos de una teoría de la muerte a la española

Personaje curioso en nuestra literatura es Ramón Gómez de la Serna. Los que todavía saben quién es, aunque sea de oídas, lo han reducido por lo común a la excentricidad que cultivó a lo largo de su vida y, en lo literario, lo limitan a ese "género" tan suyo que llamó "greguería". De ahí, de esa percepción parcial del autor, que parezca que no hizo otra cosa en su vida que ingeniosas greguerías y estrafalarias puestas en escena. De ello dimana la imagen de un Ramón Gómez de la Serna neutral, apolítico y superficial. Estas particularidades le valieron, por ejemplo, los improperios de nuestro admirado León Felipe.

Tal vez uno de los que hicieron justicia a Ramón Gómez de la Serna sea Francisco Umbral con su ensayo "Ramón y las vanguardias" en el que se pone de manifiesto las múltiples facetas de Gómez de la Serna. Umbral no podía dejar pasar la genealogía literaria de Ramón, entre cuyos más nobles ancestros habría que subrayar la dote que recibe Ramón de D. Francisco de Quevedo. Ramón inventó el "ramonismo", que -según Umbral- sería: "un entreverado de surrealismo, vanguardismo, lirismo y humorismo".

Sin embargo, confundir a Ramón Gómez de la Serna con un frívolo "payaso" que no se preocupaba por asuntos serios es una falsa percepción y delata una falta de trato con su obra. En todo gran humorista hay un hombre muy serio. Y ese lado serio de Ramón se plasmó en un libro cuya lectura se hace muy recomendable en estas fechas, cuando celebramos la memoria de los Fieles Difuntos. Junto al "Don Juan Tenorio" de Zorrilla, yo me atrevería a proponer como lectura hispánica para estas fechas este libro que digo: "Los muertos y las muertas y otras fantasmagorías", de Ramón Gómez de la Serna.

Aquí el padre de las greguerías desmiente su condición de "clown" (que le endilgaba, entre otros, León Felipe) y el madrileño escritor, hierofante del Café Pombo, muestra su rostro más serio: pocas tareas más serias verdaderamente que enfrentarse con la muerte, aunque sea la de los otros, para verse a uno mismo en los espejos de los difuntos. Este libro de Ramón es toda una meditación de la muerte, tarea a la que el autor se aplicaba en su vida personal con más frecuencia de la que podríamos suponer. Si no se hubiera dedicado a pensar la muerte, mientras paseaba los cementerios, no hubiera podido escribir un libro tan magnífico en su concepción y tan preñado de sorpresas que, aquí y allí en su prosa, deslumbran al lector con frases que son como fogonazos que nos permiten el acceso a una lucidez momentánea como pocas veces podemos encontrar en la literatura.

Ramón en este libro ofrece una selección de últimas frases de grandes hombres, célebres por los más diversos motivos: escritores, políticos, etcétera, así como una andanada de epitafios que Gómez de la Serna fue encontrándose en sus paseos bajo los cipreses funéreos y que nos los ofrece, con breve o más dilatada glosa. Pero la singularidad de este libro es que, además de girar alrededor de la muerte como universal y clásico tema literario y vivencial/moriencial, Ramón esboza aquí una teoría sobre la muerte en clave hispánica, no la acaba -bien es verdad- pero la perfila; y en ese punto será siempre una obra de referencia para quien quiera comprender lo que ese peculiar arquetipo humano que es el "hombre hispánico" ha sentido ante la muerte.

Bien elocuente es uno de los pasajes de este libro de Ramón:

"No hay modas en España, sino el sentido pleno de la raza, y en medio de todo desparpajo y del ludibrio de todo, como única manera de coordinar la realidad y su insolencia, acepta el humor... El humorismo español está dedicado a pasar el trago de la muerte, y de paso para atravesar mejor el trago de la vida. No es para hacer gracias, ni es un juego de enredos".

En esta clave entenderemos cabalmente la razón por la cual Ramón Gómez de la Serna cultivó el humor: para pasar el trago de la muerte y, de paso, para trasegar el de la vida -como un perfecto español.

Fuente                                            Manuel Fernández Espinosa
raigambre

miércoles, 19 de noviembre de 2014

BERNALDO DE GÁLVEZ



Un español olvidado Ciudadano de Honor de los EEUU de América

Ya le hemos dedicado algún artículo a Bernardo de Gálvez y a algunos de sus colaboradores como Cagigal o Miralles. En este caso regresamos sobre Bernardo de Gálvez dada la actualidad de los acontecimientos por el reconocimiento hacia su persona por parte del gobierno de los Estados Unidos de América. En palabras del Dr. Lino Garcia, Jr., UTPA, “¡Exigimos solamente lo que merecemos! " 
                                  José Antonio Crespo-Francés
                             Coronel de Infantería en Reserva
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martes, 18 de noviembre de 2014

ENEMIGOS DE LA LIBERTAD




La dictadura científica 
Entrevista a Aldous Huxley

Entrevista de Mike Wallace a Aldous Huxley, escritor del libro "Un mundo feliz", en el que describe su visión de un mundo en el que viviríamos bajo una desafiante dictadura en la que todos nuestros actos y pensamientos son controlados. 

En la entrevista, Aldous Huxley afirma que ese mundo descrito en su libro estaría a la vuelta de la esquina.

"La educación para la libertad debe comenzar exponiendo hechos y anunciando valores y debe continuar creando adecuadas técnicas para la realización de los valores y para combatir a quienes deciden desconocer los hechos y negar los valores por una razón cualquiera." Aldous Huxley

lunes, 17 de noviembre de 2014

LOS ESCLAVOS BLANCOS



Cuando la mayoría de los esclavos en América del Norte y el Caribe eran blancos y católicos

¿Cuántas películas ha visto sobre esclavos negros maltratados por sus amos blancos? La horrible institución de la esclavitud que oprimió durante varios siglos a los africanos y afroamericanos en el Nuevo Mundo ha sido denunciada, con justicia y frecuencia, por el cine y la televisión. 


Pero, ¿cuántas películas ha visto usted sobre esclavos blancos en el s.XVII? Una excepción sería la película de piratas Capitán Blood, de 1935, inspirada en las novelas de Sabatini, protagonizada por Errol Flynn y Olivia de Haviland (por primera vez juntos). Allí los llaman “indentured servants”, pero eran, a todos los efectos, esclavos. 

Casi nadie sabe que en el siglo XVII la inmensa mayoría de los esclavos en el Caribe y las posesiones británicas en Norteamérica eran blancos y católicos

Más aún, los esclavos blancos eran abundantes, baratos y desechables, y tendían a morir con facilidad.

Los esclavos negros, en cambio, se consideraban resistentes, fuertes, escasos y caros, y se les alimentaba y trataba mejor.Durante el s.XVII, los ingleses deportaron cientos de miles de irlandeses y, en menor medida, escoceses, a sus plantaciones en el Caribe y Norteamérica. 


Los ingleses, conocidos por su meticulosidad en la documentación, no llevaban apenas cuenta de lo que hacían en Irlanda. Faltan muchos datos, pero los historiadores irlandeses, estadounidenses, caribeños y escoceses han ido recomponiendo las piezas del puzle. 


Kinsale: empieza un siglo negro para Irlanda

En 1541 Enrique VIII, el mismo que repudió a Catalina de Aragón y creó la Iglesia Anglicana con él al frente, se proclamó como rey de Irlanda. Durante medio siglo los ingleses fueron conquistando el país, con una última gran batalla en Kinsale en 1602, en la que participaron unos 3.500 soldados españoles. Los ingleses vencieron, y en ese momento expulsaron del país a los resistentes irlandeses (muchos fueron a España o a sus territorios europeos). A esos expatriados irlandeses se les llamó “Gansos Salvajes” y los hubo durante todo el siglo y parte del siguiente. 

Pero poco después, el rey inglés Jacobo II estableció una nueva política: en vez de expulsar a los descontentos, favoreció venderlos como esclavos. El primer caso documentado se dio en una colonia en la Guayana, en el Amazonas, en 1612: la primera venta de esclavos irlandeses.


Una proclamación del rey inglés estableció en 1625 que los prisioneros políticos irlandeses se venderían como mano de obra forzada a las plantaciones de las Islas Orientales. 

En 1632 se sabe que la inmensa mayoría de los esclavos de las islas caribeñas inglesas de Montserrat y Antigua eran irlandeses. Un censo de 1637 muestra que 7 de cada 10 habitantes de Montserrat eran esclavos irlandeses. 

A estas alturas, la demanda era alta, y los esclavos morían pronto. No bastaban los presos políticos (rebeldes al dominio inglés): cualquier crimen común (pequeños robos, etc…) era excusa para deportar irlandeses a las plantaciones. 

También había bandas de secuestradores que recorrían el campo, atrapaban a cualquiera y lo vendían a los traficantes sin que nadie preguntara mucho. 

Los esclavos negros en el Caribe británico había que comprarlos. Los esclavos irlandeses, en cambio, llegaban casi regalados por el Estado a las plantaciones. 

Cromwell, puritano y feroz anticatólico

En 1641 estalló otra revuelta irlandesa, la Guerra de la Confederación, que fue sofocada en 1649 por el nuevo líder inglés, el puritano y autoritario Cromwell, ferozmente anticatólico (por ejemplo, intentó eliminar la Navidad del calendario y la celebración popular en las islas británicas; incluso prohibió los pasteles de Navidad).

De 1641 a 1652, durante esta revuelta y en sus años inmediatos, la población de Irlanda descendió de 1.466.000 habitantes a apenas 616.000.


Aproximadamente 550.000 irlandeses fueron eliminados físicamente o por hambre provocada. Otros 300.000 fueron deportados como esclavos. La deportación de varones dejaba a mujeres y niños inermes… y ellos también podían ser comprados y deportados en posteriores oleadas.


De 1650 a 1660 se desarrolló el llamado “Reinado del Terror” de Cromwell, que activamente quería eliminar la población irlandesa y católica de la isla. En 1650, llegaron a las plantaciones caribeñas de Saint Kitt 25.000 esclavos irlandeses. 


Se calcula que en esta década la Corona y sus administradores secuestraron a cien mil niños irlandeses de entre 10 y 14 años y los llevó a las plantaciones del nuevo mundo: el Caribe, Virginia y Nueva Inglaterra. 

Sólo en esta década llegaron más esclavos irlandeses al Nuevo Mundo que el total de población libre anglosajona radicada allí.

En 1651, Cromwell ganó dos guerras contra Holanda para asegurarse que podía tener el monopolio del tráfico de esclavos y en 1655 conquistaba Jamaica a los españoles para convertirla en su gran base esclavista en el Caribe. Pero no desatendió el resto de las plantaciones. En 1652 envió otros 12.000 esclavos irlandeses a las Barbados.

Hay que tener en cuenta que Cromwell financiaba sus guerras en Irlanda, simplemente, prometiendo tierras a los señores ingleses que allí acudieran a luchar. En esas tierras sobraba población campesina: los señores preferían dedicarlas a pastos. Una norma de 1657 establecía que todos los habitantes del condado de Clare debían trasladarse en seis meses o ser detenidos por “alta traición” y enviados a las Américas

En esta época no era un crimen que cualquier inglés matase un irlandés… pero preferían atraparlos vivos y venderlos. 

Cuando se equivocaban de esclavos

A veces, las bandas de secuestradores se excedían y se equivocaban de víctimas. En 1659 llegó a Londres una petición de 72 esclavos en las Barbados que aseguraban ser ingleses ilegalmente secuestrados y atrapados allí. La misma petición aseguraba que en las plantaciones americanas había 7.000 u 8.000 escoceses tomados prisioneros en la batalla de Worcester de 1651 e incluso 200 franceses, secuestrados y vendidos, cada uno a cambio de 900 libras de algodón.

Hay más cifras registradas de los últimos días de Cromwell: 52.000 mujeres, chicas y jóvenes irlandeses se vendieron en las Barbados y Virginia en 1657. Mil chicos y mil chicas más de Irlanda se vendieron en Jamaica en 1656.


Cromwell murió en 1660, pero su sucesor Carlos II, hijo del decapitado Carlos I, no dudó en mantener el negocio de la trata, con el compromiso de entregar al menos 3.000 esclavos anuales a la “Real Compañía de Aventureros” (en realidad, una compañía de venta de esclavos).

De "indentured servants" a esclavos

En su origen, el concepto de “indentured servants” tenía una definición bastante bien delimitada y quizá a ella se acogían muchos irlandeses antes de 1620. En esa primera fase, el individuo aceptaba voluntariamente ir a América y pagaba el pasaje, manutención y un pedazo de tierra en las colonias trabajando en el lugar de destino una serie de horas diarias durante unos años. Este acuerdo podía figurar por escrito.

Sin embargo, desde 1625 los irlandeses fueron simplemente secuestrados, vendidos y puestos a trabajar como esclavos: era un nuevo y lucrativo negocio masivo. Aunque la propaganda inglesa siguió llamando a estos esclavos “indentured servants”, desde 1625 se trataba ya siempre de mera trata de seres humanos y esclavitud forzada.


Durante este siglo un esclavo irlandés costaba el equivalente a 5 libras esterlinas, mientras que uno negro costaba entre 4 y 10 veces más. Los dueños de las plantaciones no tenían apenas interés en mantener vivos a los esclavos irlandeses. El coronel William Brayne pedía en 1656 que llegasen a las plantaciones más esclavos negros porque “puesto que los dueños tendrán que pagar más por ellos, tendrán más interés en mantenerlos con vida, algo de lo que carecen en [el caso de los esclavos irlandeses]”. 

Los negros duraban más en el clima caribeño y además eran paganos, algo que los dueños ingleses preferían a los irlandeses, que era odiados papistas

Además, en teoría un negro servía toda la vida, mientras que un irlandés debía ser liberado en 7 o 10 años… pero esto no sucedía con frecuencia, ya que la mayoría moría antes.

Sin derecho a asistencia religiosa

A efectos religiosos, los irlandeses católicos no eran considerados cristianos y no tenían derecho a asistencia religiosa (tampoco la tenían los católicos libres en Inglaterra). 

Muchos no sabían la lengua inglesa, y hablaban sólo gaélico. Pero otros estaban alfabetizados, sabían escribir y llevar cuentas. Con todo, cualquier dueño podía matar a cualquiera de sus esclavos, negros o irlandeses, sin excusa ninguna: no era un crimen, sólo un gasto de propiedad. 


Cuando el Parlamento estableció el Acta de Regulación de Esclavos en las Plantaciones en 1667 enumeró los castigos que se podían infligir a los esclavos que hubiesen cometido un delito contra “cristianos”… se especificaba que los católicos no se consideraban cristianos, ni siquiera si habían logrado sobrevivir y ser libres de alguna manera.

"Aparear" irlandesas con negros, cosechar mulatitos

Los dueños de las plantaciones no solían tener relaciones sexuales con las esclavas negras, cosa que aterrorizaba su mentalidad racista, pero sí forzaban a las esclavas irlandesas. La ley establecía que los bebés hijos de esclava eran esclavos y pertenecían al amo

Los amos podían hacer que las esclavas se cruzasen con otros esclavos blancos o con negros, buscando esclavos mulatos más resistentes y que se podían revender a buen precio. 

A veces las irlandesas sobrevivían a todos los abusos y lograban ser libres… pero no sus hijos. Esas madres liberadas decidían quedarse en la plantación con sus niños que seguían siendo esclavos, y ellas seguían un tipo de vida de práctica esclavitud.

En 1681 se aprobó una ley que prohibía la práctica de aparear mujeres esclavas irlandesas con esclavos africanos “para vender” los hijos: era una ley implantada por la Real Compañía Africana porque interfería con sus beneficios

Pero seguía siendo legal aparearlas para la “producción propia” de la plantación. De esta época se sabe que la Real Compañía Africana envió 249 cargamentos de esclavos irlandeses y negros a las Indias entre 1680 y 1688: eran 60.000 “unidades”, 14.000 murieron durante el viaje.

La mortandad de los irlandeses

¿Cuál era el nivel de mortandad de los esclavos irlandeses? 

No es fácil establecerlo, pero los historiadores no conocen ni un solo caso de irlandés deportado a América como esclavo que consiguiera volver a su país para contarlo. Los irlandeses que lograban la libertad por lo general dejaban esa colonia y marchaban a otra en la América continental o en otra isla.


Se sabe que entre 1641 y 1649 se compraron en las Barbados 21.700 esclavos irlandeses. Sin embargo, parece que nunca hubo más de 8.000 o 10.000 en las islas. Morían rápido y necesitaban ser sustituidos. 

A veces los barcos esclavistas tiraban sus esclavos por la borda porque si morían “por accidentes en el mar” se cobraba un seguro, pero si morían de hambre en las bodegas no se cobraba nada (se conoce el caso del navío Zong, que arrojó 132 esclavos vivos por la borda). 

Montserrat, la isla más irlandesa

La isla de Montserrat (así la llamó Colón en 1493, recordando su paso por Barcelona) fue quizá en la que sobrevivieron más irlandeses, y de hecho llegaron de Saint Kitts y otras islas en 1643 porque había fama de que en esta isla había más libertad para los católicos (aunque no había clero ni culto)

En 1724 seguía sin haber clero católico en la isla, pero el pastor anglicano, James Cruickshank se quejaba de que en su zona, Saint Peters, en el norte de la isla, había 20 familias protestantes frente a las 40 católicas (que no iban a su parroquia). En el sur de la isla, la población católica era aún mucho mayor. 


Hoy la isla (de hecho media isla, la mitad sur está destruida por el volcán local desde hace pocos años) tiene 2 parroquias católicas. La población es negra, aunque quizá de piel algo más clara que en otras islas, y muchos tienen apellidos irlandeses, aunque eso no significa necesariamente ascendencia de esa nación.

Una católica ahorcada por no saber inglés

Un personaje que puede poner rostro a esa época es Ann Glover. Fue deportada con otras decenas de miles de irlandeses como esclava a Barbados durante la invasión de Cromwell en Irlanda. Hay fuentes que dicen que su marido fue asesinado en Barbados porque se negaba a renunciar a su fe católica. 

En 1680 era ya una mujer mayor que vivía con su hija en Boston, Massachusetts, trabajando como criadas en la casa de un hombre llamado John Goodwin. En verano de 1688 se pusieron enfermos 4 o 5 de los niños de la casa. El médico sugirió que la causa podía ser brujería. Una niña de 13 años aseguró que se puso enferma después de descubrir que la hija de la vieja Ann Glover robaba ropa de la casa. 


Ann fue arrestada y juzgada por brujería. Ella apenas sabía hablar inglés y durante el juicio se aferraba a su gaélico nativo. Un testigo la consideró “una vieja irlandesa escandalosa, muy pobre, católica romana obstinada en idolatría”. 

El tribunal pidió a la anciana que recitase el Padrenuestro. Ella lo recitó mezclando gaélico y latín, como lo había aprendido de niña. ¡Nunca más había tenido acceso a ninguna formación católica viviendo en colonias protestantes como esclava! No pudo recitarlo en inglés, y se consideró una prueba de brujería. 

Fue condenada a muerte y se le dio la oportunidad de renunciar al catolicismo, pero se negó. Fue ahorcada entre los gritos y burlas de la multitud en Boston, que se había reunido para ver “si la papista se arrepentía”, como escribió un contemporáneo. Es famosa por ser la última "bruja" ajusticiada en Boston.

Fuente                                   José Ángel Antonio

domingo, 16 de noviembre de 2014

CONTRA EL MUNDO MODERNO



Rebelión contra el mundo moderno
Este [Rebelión contra el mundo moderno] es el título del último libro de Julius Evola. Julius Evola es un autor muy poco conocido más allá de la frontera italiana. En Alemania, hace poco tiempo, otro de sus libros, Heidnischer Imperialismus, fue traducido, una versión modificada y, sobre todo, politizada, la versión de su obra Imperialismo Pagano. En Francia, no creo que haya nadie más que René Guénon que cita o revisa sus libros. Sin embargo, Evola es una de las mentes más interesantes de la generación de la guerra [Primera Guerra Mundial]. Revuelta se puede comparar -por su visión histórica y valiente interpretación- a los libros como Decadencia de Occidente de Spengler o Mito del Siglo 20 de Rosenberg, aunque no tendrá por mucho el mismo eco de esos dos libros. Todo contribuye al aislamiento de Evola en el campo del pensamiento y la cultura moderna: el rigor de su análisis filosófico, su espíritu crítico, y el valor que tiene en el apoyo a la ciencia “tradicional” que se opone a la ciencia fragmentada, atomizada, secular.
Evola es ignorado por los especialistas ya que va más allá de sus esquemas mentales. Él es inaccesible para los diletantes, porque recurre a una erudición verdaderamente prodigiosa, y al mismo tiempo no hace ninguna concesión a la presentación de sus ideas (que es una forma de decir qué Evola no tiene ideas que son “propias” ).
Hizo su debut con los estudios filosóficos muy serios en el idealismo. Por otra parte, su formación filosófica fue reconocida incluso por los especialistas, y su fundamental trabajo Teoría y fenomenología del Absoluto Individual - es el libro más serio sobre el idealismo mágico que se había escrito hasta ahora. Pasar de la filosofía de la cultura y la crítica social, Evola siempre dio pruebas de un sentido de dirección y de una unidad de una actitud típicamente italiano. Visto de Evola es simple: en este punto de vista, que ninguna ideología ha adoptado, afirma y reafirma los valores “tradicionales”. Con este término, sin embargo, se refiere a todos los valores creados por una civilización que no tiene la vida en un fin en sí mismo, pero considera que la existencia humana es únicamente un medio para llegar a una realidad trascendente espiritual. Evola nunca ha expuesto de forma más completa y con mayor fervor lo que este “tradicionalismo” significa tanto como en Rebelión. Recomendamos este libro a todos los que desean, si no volver a viejas preguntas, por lo menos para contemplar una explicación del mundo y de la historia de una grandeza fascinante.
Obras similares se pueden leer en muy diversas maneras: por gente dispuesta a aceptar todo por su cuenta a riesgo y peligro, o para refutar todo de la misma manera, pero también por personas preparadas para recibir sugerencias de donde vienen, y que son entusiastas en ser capaces de verificar en cualquier circunstancia.
Podemos decir que la obra de Evola se encuentra en las líneas culturales de Gobineau, Chamberlain, Spengler, Rosenberg. Con mucho más “seriedad”, sin embargo, por paradójico que esta afirmación puede parecer-, Evola no ha olvidado y no ha renunciado a sus estudios mencionados anteriormente: es más “filósofo”, sino más bien de una forma totalmente inusual. El idealismo mágico llevado a sus límites extremos es una comida difícil de digerir. No es parte de nuestras intenciones para que aparezca este libro, que es a la vez anti-cristiano y anti-político, al mismo tiempo, así como la oposición a los comunistas y fascistas, que niega a una gran cantidad de cosas y valores que hoy en día nos aplastan, afirmando sólo cosas “muertas” y los valores que nadie en nuestro tiempo cree más. Evola no entra en ninguna influencia. Esto es lo que lo hace simpático. En cuanto a la resonancia de su pensamiento en Rumania hay que recordar que publiqué un largo artículo sobre su trabajo a finales de 1927, mientras que en 1928 he desarrollado un estudio sobre su filosofía mágica, que sigue siendo un manuscrito [esto aparentemente se perdió] . Más tarde, el único que mencionó su nombre, en nuestro país, fue, en 1933, nuestro colega Vasile Lovinescu.
Fuente