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sábado, 24 de enero de 2015

JE NE SUIS PAS CHARLIE




 ¿Qué decir cuando no hay nada que decir?

Ese es el dilema al que de repente se han visto abocados los líderes políticos y los editorialistas en Francia después de que tres pistoleros enmascarados entrasen en las oficinas del semanario satírico Charlie Hebdo y asesinaran a una docena de personas

Los asesinos escaparon. Pero no por mucho tiempo. Esos hombres eran asesinos bien armados. Charlie Hebdo recibía con regularidad amenazas de muerte desde que publicaron, hace ya algunos años, viñetas burlonas del profeta Mahoma. Sin embargo, parecía que la controversia ya había sido olvidada, la tirada del semanario había caído (como en toda la prensa en general) y la protección policial se había relajado. Los dos policías que todavía estaban de guardia fueron fácilmente tiroteados por los pistoleros antes de que entraran en las oficinas en mitad de una reunión editorial. Raras veces se encontraban presentes a la vez tantos caricaturistas y escritores. Doce personas fueron asesinadas con armas automáticas y once más resultaron heridas, algunos gravemente.

Además del caricaturista conocido como Charb  (Stéphane Charbonnier, de 47 años), que era el actual editor en jefe de la revista, las víctimas incluyen dos de los más conocidos caricaturistas en Francia: Cabu (Jean Cabut, de 76 años) y Georges Wolinski (de 80 años). Con Cabu y Wolinski -tiernos espejos de los sentimientos de la izquierda francesa- han crecido un par de generaciones.

 Cuando salieron, uno de los asesinos regresó para acabar con un policía que permanecía herido en la calle. Se pararon para gritar: “¡El profeta ha sido vengado!” y entonces salieron volando hacia los suburbios de la zona noreste.

Una multitud se reunió de forma espontánea en la Place de la République de París, no muy lejos de la callejuela en que Charlie Hebdo tiene sus oficinas. Valientes, falsos eslóganes empezaron a circular: “¡Somos Charlie!”, pero no lo son. “¡Charlie vive!” No, no es así. Mejor dicho, acaba de ser aniquilado.
Todo el mundo está en shock. No hace falta decirlo. Esto ha sido un asesinato a sangre fría, un crimen imperdonable. Tampoco hace falta decir eso, pero nadie dejará de decirlo. Y habrá muchas más cosas que la gente dirá, tales como “no permitiremos que los extremistas islámicos nos intimiden y nos roben nuestra libertad de expresión”, y así en adelante. El presidente François Hollande evidentemente ha puesto el acento en que Francia está unida frente a los asesinos. Las reacciones iniciales ante tal atrocidad han sido predecibles. “¡No nos intimidarán! ¡No abandonaremos nuestras libertades!”
Sí y no. Seguramente ni el más loco de todos los fanáticos religiosos se hubiera planteado que esta masacre de humoristas convertiría a Francia al Islam. El resultado es más bien todo lo contrario: ha reforzado el creciente sentimiento antimusulmán. Si esto resulta una provocación, ¿qué quería provocar? ¿Y qué provocará? El peligro evidente es que, como en el 11-S, reforzará la vigilancia policial y evidentemente debilitará las libertades francesas, no en la manera en que los asesinos presuntamente buscan (limitando la libertad para criticar el Islam) sino de la misma manera en que las libertades se han visto restringidas tras el 11-S en América, con alguna imitación de la Patriot Act.
Personalmente, nunca me gustaron las provocativas portadas de Charlie Hebdo, en las que tendían a publicarse dibujos insultando al profeta –lo mismo que Jesucristo-. Una cuestión de gusto. No considero que los dibujos escatológicos u obscenos sean argumentos eficaces, ya sea contra la religión o contra la autoridad en general. No son santos de mi devoción.  

Las personas que fueron asesinadas eran más que Charlie Hebdo. Los dibujos de Cabu y de Wolinski aparecieron en múltiples publicaciones, y eran conocidas por gente que nunca había comprado Charlie Hebdo.  Los artistas y escritores que estaban en esa reunión editorial, todos, tenían su talento y sus cualidades, los cuales no tenían nada que ver con los “blasfemos” dibujos. La libertad de prensa es también la libertad de ser vulgar y tonto de vez en cuando.

Charlie Hebdo no era en realidad un modelo de libertad de expresión. Había acabado, como una gran parte de laizquierda de los derechos humanos”, defendiendo las guerras lideradas por los EE.UU contra losdictadores”.

En el 2002, Philippe Val, que era el editor en jefe en aquel momento, denunció a Noam Chomsky por antiamericanismo y por un excesivo criticismo contra Israel y contra los medios de comunicación. En 2008, otro de los famosos caricaturistas de Charlie Hebdo, Siné, escribió una breve nota mencionando que el hijo del presidente Sarkozy, Jean, iba a convertirse al judaísmo para casarse con la heredera de una próspera cadena de electrodomésticos. Siné añadió el comentario: “Este chaval va a llegar lejos”. Por aquello, Siné fue despedido por Philippe Val basándose en el prurito de “antisemitismo”. Inmediatamente, Siné fundó un periódico rival el cual robó una notable cantidad de lectores a Charlie Hebdo, molestos por el doble rasero de la revista.

Al poco, Charlie Hebdo se convirtió en un ejemplo extremo de lo que está mal en la línea de lo “políticamente correcto” de la actual izquierda francesa. La ironía es que el fatal ataque perpetrado por los aparentes asesinos islámicos ha, de repente, santificado esta descolorida expresión de una extendida rebelión adolescencial, y que estaba perdiendo su popularidad, hacia el eterno reclamo de una prensa libre y de la libertad de expresión.
Fueren los que fueren los intereses de los asesinos, esto es lo que han conseguido. Además de haber quitado vidas inocentes, han profundizado en la sensación del caos brutal de este mundo, han agravado la desconfianza entre los grupos étnicos en Francia y en Europa y, sin duda, han conseguido también algunos otros execrables resultados. En esta era de la sospecha, lo más seguro es que las teorías de la conspiración van a proliferar.
Fuente                                                        Diana Johnstone 
Miembro del Consejo Editorial de SinPermiso, es autora de Fools Crusade: Yugoslavia, NATO and Western Delusions.
Traducción por Betsabé García Álvarez

viernes, 23 de enero de 2015

LOS ARTISTAS COMO INTELECTUALES




El progresismo, esa enfermedad infantil de la socialdemocracia

En una sociedad como la nuestra, de consumo, opulenta para pocos, cuyo dios es el mercado, la imagen reemplazó al concepto. Es que se dejó de leer para mirar, aun cuando rara vez se ve.

Y así los artistas, actores, cantantes, locutores y conductores televisión han reemplazado a los intelectuales.

Este reemplazo viene de otro más profundo; cuando los intelectuales, sobre todo a partir de la Revolución Francesa, vinieron a remplazar a los filósofos. Es cierto que siguió habiendo filósofos, pero el tono general de estos últimos dos siglos marca su desaparición pública.

El progresismo, esa enfermedad infantil de la socialdemocracia, se caracteriza por asumir la vanguardia como método y no como lucha, como sucedía con el viejo socialismo. Aún existe en Barcelona el viejo diario La Vanguardia.

La vanguardia como método quiere decir que para el progresista hay que estar, contra viento y marea, siempre en la cresta de la ola. Siempre adelante, en la vanguardia de las ideas, las modas, los usos, las costumbres y las actitudes.

El hombre progresista se sitúa siempre en el éxtasis temporal del futuro, ni el presente, ni mucho menos el pasado tiene para él significación alguna, y si la tuviera siempre está en función del futuro. No le interesa el ethos de la Nación histórica, incluso va contra este carácter histórico-cultural. Y esto es así, porque el progresista es su propio proyecto. Él se instala siempre en el futuro pues ha adoptado, repetimos, la vanguardia como método. Nadie ni nada puede haber delante de él, de lo contrario dejaría de ser progresista. Así se explica que el progresista no se pueda dar un proyecto de país ni de nación porque éste se ubicaría delante de él, lo cual implica y le crea una contradicción.

Y así como nadie puede dar lo que no tiene, el progresista no puede darse ni darnos un proyecto político porque él mismo es su proyecto político.

El hombre progre, al ser aquél que dice sí a toda novedad que se le propone encuentra en los artistas sus intelectuales. Hoy que en nuestra sociedad de consumo donde las imágenes han reemplazado a los conceptos nos encontramos con que los artistas son, en definitiva, los que plasman en imágenes los ideas. Y la formación del progresista consiste en eso, en una sucesión de imágenes truncas de la realidad. El homo festivus, figura emblemática del progresismo, del que hablan pensadores como Muray o Agulló, encuentra en el artista a su ideólogo.

El artista lo libera del esfuerzo, tanto de leer (hábito que se pierde irremisiblemente), como del mundo concreto. El progresista no quiere saber sino solo estar enterado. Tiene avidez de novedades. Y el mundo es “su mundo” y vive en la campana de cristal de los viejos almacenes de barrio que protegían a los dulces y los fiambres donde las moscas (el pueblo y sus problemas) no podían entrar.Los progresistas porteños viven en Puerto Madero, no en Parque Patricios.

La táctica de los gobiernos progresistas es transformar al pueblo en “la gente”, esto es, en público consumidor, con lo cual el pueblo deja de ser el agente político principal de toda comunidad, para cederle ese protagonismo a los mass media, como ideólogos de las masas y a los artistas, como ideólogos de sus propias élites. 

Este es un mecanismo que funciona a dos niveles: a) en los medios masivos de comunicación cientos periodistas y locutores, esos analfabetos culturales locuaces, según acertada expresión de Paul Feyerabend (1924-1994) nos dicen qué debemos hacer y cómo debemos pensar. Son los mensajeros del “uno anónimo” de Heidegger que a través del dictador “se”, se dice, se piensa, se obra, se viste, se come, nos sume en la existencia impropia, b) a través de los artistas como traductores de conceptos a imágenes en los teatros y en los cines y para un público más restringido y con mayor poder adquisitivo: para los satisfechos del sistema. Esto es: los progres

El artista cumple con su función ideológica dentro del progresismo porque canta los infinitos temas de la reivindicación: el matrimonio gay, el aborto, la eutanasia, la adopción de niños por los homosexuales, el consumo de marihuana y coca, la lucha contra el imperialismo, la defensa del indigenismo, de los inmigrantes, de la reducción de las penas a los delincuentes, un guiño a la marginalidad y un largo etcétera. Pero nunca le canta a la inseguridad en las calles, la prostitución, la venta de niños, el turismo pedófilo, la falta de empleo, el creciente asesinato y robo de las personas, el juego por dinero, de eso no se habla como la película de Mastroiani. En definitiva, no ve los padecimientos de la sociedad sino sus goces.

El artista como actor reclama para sí la transgresión pero ejecuta todas aquellas obras de teatro en donde se representa lo políticamente correcto. Y en este sentido, como dice Vittorio Messori, en primer lugar está el denigrar a la Iglesia, al orden social, a las virtudes burguesas de la moderación, la modestia, el ahorro, la limpieza, la fidelidad, la diligencia, la sensatez, haciéndose la apología de sus contrarios. 


No hay actor o locutor que no se rasgue las vestiduras hablando de las víctimas judías del Holocausto, aunque nadie representa a las cristianas ni a las gitanas. Estas no tienen voz, como no la tienen las del genocidio armenio ni hoy las de Darfour en Sudán. 

Así, si representan a Heidegger lo hacen como un nazi y si es a Stalin como un maestro en humanidad. Al Papa siempre como un verdugo y a las monjas como pervertidas, pero a los prestamistas como necesitados y a los proxenetas liberadores. Ya no más representaciones del Mercader de Venecia, ni de la Bolsa de Martel. El director que osa tocar a Wagner queda excomulgado por la policía del pensamiento y sino ¡qué le pregunten a Baremboin

Fuente                                        Alberto Buela
patriasindicalista

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jueves, 22 de enero de 2015

LA PARADOJA LIBERAL




Ni libres, ni iguales

Resulta chocante -por decirlo de manera suave- que quienes han conducido a la actual postración a la nación española sean los mismos que ahora pretenden vendernos sus recetas salvadoras.

Resulta chocante –por decirlo de manera suave- que quienes han conducido a la actual postración a la nación española sean los mismos que ahora pretenden vendernos sus recetas salvadoras. Es lo que sucede con el manifiesto Libres e iguales, cuya razón de ser consiste en fundar su antinacionalismo en los valores liberales. 

La cosa viene de antiguo: muchos de los otrora ultraizquierdistas; es decir, todos los que hicieron su profesión de fe antifranquista en las filas del marxismo prosoviético maduraron más tarde –para reciclarse tras el monumental fracaso político del bloque del Este- bajo formas liberales. Otros, sin duda a causa de la edad, han adoptado directamente las ideas liberales del individualismo, la "igualdad", y sobre todo del cosmopolitismo y de la globalización. 

Por razones de coyuntura, todos estos han devenido antinacionalistas, de manera que pretenden ser la única respuesta a las pretensiones disgregadoras que actualmente campan por la geografía española. Ahora bien, ¿con qué derecho pretenden asumir la respuesta de la nación española a las fuerzas secesionistas? Desde el punto de vista político tienen todo el derecho. Faltaría más. Desde el punto de vista intelectual no tienen ninguno. 

Para darse cuenta basta con leer el citado manifiesto. El texto comienza diciendo: "El secesionismo catalán pretende romper la convivencia entre los españoles y destruir su más valioso patrimonio: la condición de ciudadanos libres e iguales". Esta afirmación, intrínsecamente falsa, responde a la vieja pretensión liberal de que la esencia de la nación son los derechos del individuo. 

La afirmación es dos veces falsa: primero porque España es muy anterior al nacimiento del liberalismo y, por ello, acumula un patrimonio espiritual y cultural superior a todo lo que la cultura liberal ha aportado hasta la fecha. En segundo lugar, es falso porque la auténtica condición de plutocracia del régimen de 1978 hace que no haya hoy más "libertad" y más "igualdad" que la que otorga el poder económico, estructurado en forma de cárteles mediáticos, partidos políticos o élites financieras.

Decir que hoy, en España, se ha hecho realidad el sueño liberal de la "igualdad" y la "libertad" supone entrar de lleno en el análisis de la paradoja liberal por la cual cuanto más se vacía el poder político en aras del poder económico más se estratifica la sociedad en siervos del dinero y dueños del mismo. 

Dicho de otro modo: a más liberalismo político más esclavitud económica. Sigue diciendo el manifiesto: "El nacionalismo antepone la identidad a la ciudadanía, los derechos míticos de un territorio a los derechos fundamentales de las personas, el egoísmo a la solidaridad". 

El lenguaje ilustrado, que utiliza la acepción despectiva de lo mítico, no puede ocultar que es precisamente la identidad, y no la ciudadanía, lo que impide que la nación sea una mera estructura jurídica de tipo contractual, prescindiendo del asombroso patrimonio atesorado por el organismo vivo y perenne que ha sido hasta hoy la nación española.

Este vaciamiento de lo nacional en aras de lo normativo y burocrático es lo que ha impedido que la defensa de la nación española, real, fundada e históricamente acreditable, haya quedado inerme antes las fantochadas, delirantes y ridículas de los nacionalistas. La degradación del español en simple ciudadano es el principal responsable de la decadencia de la idea nacional plena y es quien ha impedido que los españoles de hoy tomen posesión de su historia y de su legítima identidad. 

En el fondo, esta manera de entender la nación como mero constructo jurídico para defender intereses particulares es la misma que enarbolan los nacionalistas periféricos: únicamente ellos piden otro marco jurídico. Para tapar todo este galimatías, los "manifesteros" aducen una flagrante mentira: "El secesionismo catalán se hermana con el populismo antieuropeo y promueve la derrota de la democracia española". 

Dejando aparte el nebuloso e impreciso significado del término "populismo", utilizado por igual para formaciones tan dispares como el Frente Nacional francés y Podemos, el hecho es que los únicos que se han "hermanado" con el secesionismo catalán mediante subvenciones millonarias, mediante apoyos y votaciones en el congreso de los diputados, todo ello en nombre de la "estabilidad política", cediendo competencias esenciales del Estado central o simplemente, mediante la inacción y dejación de funciones ante las campañas de difusión a todos los niveles para inocular el odio a España, han sido los denominados "partidos constitucionalistas", principalmente PP yPSOE, donde han militado por largo tiempo muchos de los firmantes del manifiesto.

Así que para echarle la culpa ahora al "populismo antieuropeo" hace falta tener una considerable cara dura. De paso, es necesario afirmar que el secesionismo catalán, entre otros, no busca "la derrota de la democracia española", toda vez que la situación actual es la consecuencia del extremo garantismo democrático con el que hasta los padres de la constitución trataron a todos aquellos que buscaron desde el principio y de manera palmaria la derrota, no de la democracia española, sino de España misma. 

Fundados en el error o en mentiras flagrantes, el citado manifiesto acaba planteando al nacionalismo secesionista una "respuesta" verdaderamente vaga, imprecisa y estéril: "Reivindicar la Constitución como consigna de ciudadanía y convivencia", "rechazar cualquier negociación" frente a los nacionalistas y buscar "la unidad de acción" frente a estos. 

Es decir: nada con enjundia. Olvidan que ha sido precisamente con la constitución que ideas marginales han llegado a conseguir un prestigio e influencia que no tenían. Así que defender la constitución sí, pero desde luego con eso no basta. 

Es necesario reivindicar, defender y exponer tanto las señas de identidad españolas como los embustes del catalanismo. Fomentar una verdadera hermandad entre los españoles y un modelo político y económico verdaderamente integrador, en las antípodas de la plutocracia liberal y partitocrática en la que nos hemos convertido. 

Esto es mucho más de lo que puede pedirse a una generación fracasada como la que enarbola el citado manifiesto, redactado además al amparo de una ideología decimonónica. Así las cosas, resulta obvio que España no necesita semejantes defensores. Sería mejor que se echaran a un lado a llorar su inoperancia y dejaran sitio al viento fresco que barrerá la pestilencia de la corrupción intelectual de esta época decadente.


Fuente                                        Eduardo Arroyo
elsemanaldigital

miércoles, 21 de enero de 2015

LA RELIGIÓN DEMOCRÁTICA



LIBERTAD DE EXPRESIÓN

La libertad no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar la verdad
MUCHOS lectores me han expresado su perplejidad ante la exaltación y defensa absolutista de la libertad de expresión que en estos días se ha hecho, incluso desde medios de inspiración cristiana o declaradamente confesionales, para justificar las caricaturas del pasquín «Charlie Hebdo» en las que se blasfemaba contra Dios de modos aberrantes. A estos lectores les digo que no se dejen confundir: quienes hayan hecho tales defensas no profesan la religión católica, ni se inspiran en la filosofía cristiana, aunque finjan hacerlo, aprovechando la consternación causada por los viles asesinatos de los caricaturistas; sino que son jenízaros de la «religión democrática», perversión que consiste en sustituir la sana defensa de la democracia como forma de gobierno –que, mediante la representación política, facilita la participación popular en el ejercicio del poder– por la defensa de la democracia como fundamento de gobierno, como religión demente que subvierte cualquier principio moral, amparándose en supuestas mayorías, en realidad masas cretinizadas y sugestionadas por la repetición de sofismas.
Los jenízaros de esta religión necesitan que las masas cretinizadas acepten como axiomas (proposiciones que parecen evidentes por sí mismas) sus sofismas, entre los que se halla la llamada «libertad de expresión» en su versión absolutista. Para crear tales axiomas recurren al método anticipado por Aldous Huxley en Un mundo feliz, que consiste en la repetición, por millares o millones de veces, de una misma afirmación. En la novela de Huxley, tal repetición se lograba mediante un mecanismo repetitivo que hablaba sin interrupción al subconsciente, durante las horas del sueño; en nuestra época se logra a través de la saturación mental lograda a través de la bazofia que nos sirven los mass media, infestados de jenízaros de la religión democrática que defienden una libertad de expresión absolutista: libertad sin responsabilidad; libertad para dañar, injuriar, calumniar, ofender y blasfemar; libertad para sembrar el odio y extender la mentira entre las masas cretinizadas; libertad para condicionar los espíritus e inclinarlos al mal. Quienes defienden esta «libertad de expresión» como derecho ilimitado son los mismos que también defienden una «libertad de conciencia» entendida no como libertad para elegir moralmente y obrar con rectitud, sino como libertad para elegir las ideas más perversas, las pasiones más torpes y las ambiciones más egoístas y ponerlas en práctica, pretendiendo además que el Estado asegure su realización. No nos dejemos engañar: quienes defienden la libertad para publicar caricaturas blasfemas están defendiendo una libertad destructiva que sólo lleva a la decadencia y al nihilismo.
El pensamiento cristiano nos enseña que la libertad no es un fin en sí misma, sino un medio para alcanzar la verdad. Si a la palabra libertad no se le añade un «para qué», se convierte en una palabra sin sentido, una palabra asquerosamente ambigua que puede amparar las mayores aberraciones. Como decía Castellani, «la libertad no es un movimiento, sino un poder moverse; y en el poder moverse lo que importa es el hacia dónde, el para qué». No puede haber una libertad para ofender, para enviscar odios, para jalear bajas pasiones; no puede haber libertad para ultrajar la fe del prójimo y blasfemar contra Dios. Los cristianos se distinguen porque rezan una oración en la que se pide: «Santificado sea tu Nombre». Los jenízaros de la libertad de expresión quieren que ese Nombre sea eliminado, envilecido y escarnecido, para mayor honra de su religión democrática. No les hagan caso: vistan con traje y corbata, o con sotana y solideo, les están engañando, quieren convertirles en masa cretinizada.

Fuente                                      Juan Manuel de Prada
abc
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martes, 20 de enero de 2015

ARTÍCULO 47




Personas sin hogar: la forma más extrema de exclusión social

El rostro de la gente que duerme en la calle refleja la forma más extrema de pobreza y exclusión social. Se trata de personas que habitualmente viven y en ocasiones también mueren soportando la pasividad o el desprecio de la mayoría de quienes les rodean, y que hoy constituyen una realidad tan nueva como vieja, tan cercana como lejana y tan conocida como ignorada. Antes se les llamaba indigentes o vagabundos. Hoy se les denomina roofless o sintecho, pero siguen sufriendo el más alto nivel de marginación y su número no deja de crecer en los denominados Estados desarrollados –como España–, donde no existe un problema de escasez de viviendas capaz de explicar esta realidad.

Francisco es un hombre educado que disfrutaba de una “buena posición” y ahora, por “circunstancias de la vida” en las que le cuesta profundizar, duerme en un cajero automático del centro de Santander. La parisina Julie y el asturiano Fernando son pareja y se conocieron en las calles de Valencia, donde viven, piden limosna y reciben ropa y alimentos de vecinos que “entienden” su situación y además “pueden” ayudarles. José Joaquín, ex toxicómano, prefiere moverse de ciudad en ciudad y pasar el menor tiempo posible en la suya, “para evitar ser reconocido” por sus familiares. También duerme en la calle, aunque de vez en cuando acude a un albergue para poder ducharse.

Las organizaciones que ayudan a estas personas coinciden en que una política adecuada de vivienda podría identificar el problema, reducirlo a su mínima expresión e incluso acabar con él. El principal inconveniente en este sentido es que en España la política de vivienda es “prácticamente inexistente”, como denuncia el último Informe sobre exclusión y desarrollo social en España realizado en 2014 por la Fundación Foessa para Cáritas Española.

Es evidente que las clases bajas son mucho más vulnerables que las altas y que determinados perfiles individuales y familiares están mucho más expuestos a la exclusión residencial que otros, pero también es verdad que prácticamente nadie está absolutamente libre de poder acabar viviendo en la calle, donde la lucha por la supervivencia es extremadamente dura, sobre todo durante los meses de invierno, con largas noches de frío, viento y lluvia o nieve que aumentan el riesgo de enfermedades, daños y muerte. Basta con decir que la esperanza media de vida de estas personas es de veinte años menos que la del resto de la población, según datos de Cáritas, y que cada cinco días muere un sinhogar en España, según datos del Centro de Acogida Assís.

Daniel, trabajador social en un albergue de Madrid, destaca que en los últimos tiempos el perfil medio del demandante de una plaza para dormir bajo techo es el de un hombre de “bajo nivel cultural” y “poca cualificación profesional” que vivía en una pensión o en una habitación alquilada que ya no puede sostener porque se ha quedado sin un trabajo que suele estar relacionado con la construcción o la hostelería. Un hombre que accede al albergue “con ánimo y esperanza”, pero que a los tres meses puede descubrir que su situación laboral –y por lo tanto económica– no mejora, y empieza a sospechar que su falta de hogar no será temporal. “Entonces llegan la ansiedad, el estrés”… Un proceso que puede acabar deteriorando su estado físico y mental y empujándolo a la calle, lo que convierte a ese sinhogar en un sintecho al que cuanto más tiempo pase en su nueva situación, más difícil le resultará volver sobre sus pasos. Y es que no es fácil salir de la calle.

Es muy duro”, apunta Roberto, camionero en paro que se vio con el cielo arriba y la tierra abajo cuando se quedó sin prestación ni subsidio por desempleo, aunque él es de los que no han perdido la esperanza y sigue “buscando trabajo” y poniendo su experiencia laboral “a disposición de la gente” mientras pide limosna. Cuando puede, paga el alquiler diario de una habitación; cuando no, duerme en la calle, y por las tardes suele acercarse hasta un supermercado donde le dan “algo para comer”. Roberto recuerda las rutas internacionales que recorría al volante de su camión y sueña con volver a trabajar. Para cumplir ese sueño pretende trasladarse a Francia “en cuanto pueda”, convencido de que allí hay más empleo.

La exclusión residencial. 

Las personas sintecho son el eslabón más débil de la cadena de los sinhogar, formada por aquellos que “no pueden acceder o conservar un alojamiento adecuado –adaptado a su situación personal– permanente que les proporcione un marco estable de convivencia, ya sea por razones económicas u otras barreras sociales o porque presentan dificultades personales para llevar una vida autónoma”. Así los define FEANTSA, la federación europea de asociaciones nacionales que trabajan con personas sin hogar, que en 2005 desarrolló –y posteriormente ha revisado– una tipología europea del homelessness o sinhogarismo, que a día de hoy constituye la principal guía para abordar este fenómeno. La tipología, denominada ETHOS, distingue, de menor a mayor nivel de exclusión residencial, cuatro categorías de personas sin hogar: las que viven en una vivienda inadecuada, desde chabolas hasta viviendas masificadas; las que viven en una vivienda insegura, es decir sin título legal o afectada por una notificación de desahucio; las que viven sin vivienda, es decir en refugios o centros de acogida, y, finalmente, las que viven sin techo, es decir en espacios públicos, y a lo sumo pernoctan de vez en cuando en algún albergue.

Esta clasificación explica que en la Unión Europea haya 400.000 personas sin techo –según datos oficiales–, pero también que el número de personas sin hogar ascienda a millones. Y es que sólo en España el sinhogarismo afectaba ya en 2008 –cuando estalló la crisis económica– a un millón y medio de personas, según el informe ¿Quién duerme en la calle?, editado por la Obra Social de Caixa Catalunya.

En España. 

Cáritas estima que en España hay unas 40.000 personas sin techo. La más reciente Encuesta a las personas sin hogar del Instituto Nacional de Estadística (INE) data de 2012 y cuantifica las “personas sin hogar de 18 años o más que fueron usuarias de centros asistenciales de alojamiento y/o restauración ubicados en municipios de más de 20.000 habitantes”. Es decir que no incluye a todos los sintecho, y aun así la cifra asciende a 22.938 (71 de cada 100.000 habitantes), de los que el 80% son hombres y el 20% mujeres. Su media de edad se sitúa en los 43 años; el 58% tiene menos de 45 y el 4%, más de 64. El 54% son españoles y el 46%, extranjeros, de los que más de la mitad son africanos. La mitad de las personas sin hogar tienen hijos.

Las entidades que trabajan con estas personas destacan que en los últimos tiempos ha aumentado el número de jóvenes y mujeres atendidos, y se extiende la preocupación por el hecho de que las mujeres están llegando a la calle “más deterioradas” física y mentalmente que los hombres, lo que aumenta su situación de vulnerabilidad.

El informe del INE arroja que el 45% de estos sintecho lleva más de tres años en la calle y el 32%, menos de un año. El 89% duerme todas las noches en el mismo lugar. El 44% pernocta en alojamientos colectivos, es decir albergues/residencias, centros de acogida a mujeres maltratadas o centros de ayuda al refugiado; el 21%, en pisos o pensiones facilitados por ONG o similares, y el 35% restante lo hace al margen de la red asistencial existente, es decir en espacios públicos, pisos ocupados o alojamientos de fortuna, que pueden ir desde el hall de un inmueble hasta una cueva, pasando por un coche o una tienda de campaña. El 31% de esas personas tienen alguna enfermedad crónica y el 15%, alguna discapacidad reconocida. El 17% de esas enfermedades crónicas están relacionadas con trastornos mentales. El 51% de esas personas han sido víctimas de algún delito –siendo los más frecuentes los insultos y amenazas, los robos y las agresiones–, el 45% ha sido detenido o denunciado alguna vez, y la mitad de ellas han sido condenadas por los tribunales.

Detrás de estas cifras hay historias como la de Gheorghe, rumano que toca el acordeón en las calles de Valencia y quiere volver a su país porque lleva tiempo enfermo y porque cada vez gana menos dinero con su música, tanto es así que ya, afirma, “apenas me da para sobrevivir”. Como la de José, madrileño con más de diez años sin techo que un día decidió “abandonar” la capital de España y ahora pide limosna a la puerta de una iglesia en una capital de provincia. O la de Mihail, rumano que trabajó en un taller de chapa y pintura, duerme en la tienda de campaña que instala en un monte de Alicante y cada mañana se afeita y lava como puede en los servicios de un parking, porque “dormir en la calle no está reñido con ser aseado”. Todos los días acude a una cafetería en la que le invitan a tomar un café, y –como no ha perdido la esperanza de encontrar trabajo– repasa las ofertas de empleo de los periódicos en la biblioteca municipal, “que es gratis”.

También hay naves abandonadas y edificios a medio levantar –recuerdo de aquellos años en los que España construía más viviendas que Alemania, Francia y Reino Unido juntas– que ahora se utilizan como refugios improvisados. En las obras de un parking que nunca acabó de construirse duerme Pablo, que intenta ganarse la vida unas veces vendiendo latas de cerveza a turistas y otras como gorrilla, dos ocupaciones no exentas de riesgos, pues por un lado las latas pueden acabar “requisadas por la policía” y por otro lado ciertos grupos organizados de aparcacoches no son “muy amigos de la competencia”.

En fin, hay colas cada vez más nutridas en los comedores sociales. Hay pernoctaciones en cajeros automáticos en los que puede leerse: “Consulte las oportunidades inmobiliarias que ponemos a su disposición”. Y hay muchos dramas personales y familiares con enfermedades mentales y adicciones como telón de fondo.

Sin fuerzas para luchar.
 

Que todos los sintecho son enfermos mentales o adictos es sólo un mito. No obstante, cifras como las anteriores ayudan a comprender lo que los profesores universitarios Patrick Emmenegger, Silja Häusermann, Bruno Palier y Martin Seeleib-Kaiser explican en su reciente obra colectiva The Age of Dualization, estudio comparativo de referencia internacional: la amenaza de estas y otras personas en situación de pobreza extrema al orden social vigente “es escasa”, precisamente “por su fuerte componente autodestructivo”. Y es que la lucha por la supervivencia y el deterioro físico y mental de muchas de estas personas les incapacita para plantear demandas y organizarse para protestar por su situación o por las políticas que les afectan negativamente.

Unas políticas que van desde la vulneración del derecho a disfrutar de una vivienda digna y adecuada –supuestamente garantizado por el artículo 47 de la Constitución española– hasta los pinchos antiindigentes que las autoridades de algunas ciudades llevan meses instalando para evitar que las personas sintecho puedan sentarse o tumbarse en determinados espacios. Ayuntamientos como los de Londres y Madrid son pioneros en la colocación de esas púas metálicas.

Los sintecho podrían evitar ésas y otras barreras legales y sociales –que van desde multas hasta palizas– acudiendo a dormir a albergues, el problema es que a muchas de estas personas, algunas de las cuales llevan años languideciendo en las calles –con todo lo que ello supone–, no les resulta fácil convivir en centros con normas muy estrictas, cada vez más masificados y en los que además muy raramente se permite permanecer más de unos días, unas semanas o unos meses.

Miguel Ángel, vallisoletano con más de medio siglo a sus espaldas y problemas de alcoholismo, es uno de los que prefieren pasar la noche en un cajero automático –el suyo se ubica en el centro de Santander– que en un albergue municipal. “Tiene calefacción y el director de la sucursal me deja dormir en él, porque cada mañana me levanto antes de que lleguen los empleados y lo dejo todo ordenado”, explica.

Desigualdad. 

Según datos de FEANTSA, el "sinhogarismo" ha aumentado en al menos 15 Estados miembros de la Unión Europea desde el estallido de la crisis, tanto que el Parlamento Europeo ha manifestado su preocupación por lo que constituye una “vulneración de derechos fundamentales”. España está entre esos Estados. “Se han alcanzado máximos históricos en desempleo y grandes aumentos de la desigualdad, mientras que los procesos de empobrecimiento y de inseguridad económica de los hogares españoles han llegado a un punto de difícil retorno”, advierte el informe Desigualdad y derechos sociales, de 2013, de Foessa para Cáritas.

En The Age of Dualization, sus autores advierten que la pobreza, la desigualdad y la exclusión social vuelven a estar en la agenda política de muchos de los Estados más ricos de Europa Occidental y América del Norte, y lo achacan a la crisis que estalló en 2008, pero también a una tendencia a profundizar en la desigualdad, que comenzó algún tiempo antes, de la mano de la globalización neoliberal. Además, auguran que el actual incremento y deterioro de estas situaciones tendrá “efectos muy negativos a largo plazo”, pues empuja peligrosamente a las sociedades hacia una mayor dualización entre los insiders y estos outsiders.

Pero en España el aumento del "sinhogarismo" también tiene causas particulares. El informe La vivienda en España en el siglo XXI. Diagnóstico del modelo residencial y propuestas para otra política de vivienda, elaborado en 2013 por Foessa, refleja que la aprobación y ejecución de las leyes de liberalización del suelo a partir de los años noventa del siglo pasado introdujeron un “fuerte carácter especulativo” en el sector inmobiliario español, a pesar de que el artículo 47 de la Constitución insta a los poderes públicos a hacer efectivo el derecho a la vivienda “regulando la utilización del suelo de acuerdo con el interés general para impedir la especulación”. El resultado es una gran cantidad de viviendas vacías, dificultades añadidas para acceder a una casa o mantenerse en ella y un espectacular aumento del número de desahucios; 38.961 familias perdieron su vivienda habitual en 2013, según datos oficiales. El informe de Cáritas destaca también “el papel ejercido por las entidades financieras que han hecho posible el endeudamiento de las familias”, amparadas por aquel dogma intencionadamente propagado que sostenía que “el precio de la vivienda nunca baja”.

Fuera de la sociedad. 

La última Encuesta de Condiciones de Vida del INE, correspondiente a 2013, reconoce que uno de cada cinco residentes en España vive por debajo del umbral de la pobreza. La pobreza no sitúa a los más pobres en la parte de abajo de una sociedad cada vez más dualizada. Los sitúa fuera de ella, algo que se hace especialmente patente en el caso de los sintecho, quienes, al dolor por la pérdida de los viejos vínculos, tienen que unir el esfuerzo por sobrevivir y establecer nuevos vínculos con otros sintecho, pero también con vecinos, hosteleros y comerciantes de la zona en la que se mueven, en una lucha por reconstruir, aunque sea de forma precaria, un sentido de pertenencia.

Existe una tendencia a pensar que las personas asumen con naturalidad su situación en la vida. Acercarse a quienes viven en la calle supone darse cuenta de que no es así. En la cabeza de muchos de ellos se mezclan sentimientos de aislamiento, de fracaso, de indignidad, de vergüenza e incluso de culpa, algo entendible en una sociedad construida en torno a “somos lo que tenemos” y “tenemos lo que merecemos”, aunque la Constitución reconozca en su artículo 35 que “todos los españoles tienen el deber de trabajar y el derecho al trabajo”, así como “a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia”. Con “la moral por los suelos”, las manos castigadas –José, de Albacete, apenas se quita los guantes, porque se pasa la jornada rebuscando dentro de contenedores de basura en busca de algo “de valor” para poder venderlo– y los ojos sin esperanza. Con pocas excepciones, las personas sin hogar han perdido hasta las ganas de sonreír.

Las organizaciones asisitenciales coinciden en que en el "sinhogarismo" convergen múltiples causas, tanto individuales como sociales, aunque resulta difícil establecer la frontera entre unas y otras. Entre las primeras destacan el alcoholismo, las toxicomanías y los problemas de salud –fundamentalmente de salud mental–, pero también las fracturas y quiebras en las relaciones familiares y sociales, un apoyo tradicional, especialmente en la Europa mediterránea, que se está viendo erosionado. Y es que la soledad es un importantísimo factor de vulnerabilidad. De hecho, la mayoría de los testimonios de personas sintecho arrojan que la pérdida de la familia o del contacto familiar suele ser el último paso –el primero a menudo es la pérdida del puesto de trabajo– antes de acabar en la calle.

Causas más sociales son la distribución de la riqueza en la sociedad y el paro y la precariedad en el empleo. Sin olvidar que ya no es necesario ser desempleado para acabar en la calle, pues cada vez son más las personas sin hogar que sí tienen empleo, pero éste está caracterizado por su temporalidad y por un sueldo que no da para pagar un alquiler modesto.

La carencia de una política social pública capaz de dar una respuesta suficiente e integral a estas personas contribuye a agravar y perpetuar un problema que cada día se hace más visible en las calles, mientras, paradójicamente, el outsider deja de ser Francisco, Julie, Fernando, José Joaquín, Roberto, Gheorghe, José, Mihail, Pablo o Miguel Ángel para convertirse en una sombra prácticamente invisible a los ojos del "insider".

Fuente                                        Javier Lezaola

                 Recuerda+ Artículo 47                          

lunes, 19 de enero de 2015

PANCHO COSSÍO



Pancho Cossío, el pintor de la Falange

“…porque él pintó lo que hasta él no era:/la evidencia real  de la pintura”

Sobre el nacimiento de Pancho Cossío  son dos los posibles años que figuran en sus biografías: 1894 (partida de bautismo, literalmente “…que dijeron haber nacido el 20 de Octubre de 1894”)) o 1889 que es la que comúnmente se atribuye al pintor. Sobre su vida y obra existe un excelente texto de Juan Antonio Gaya Nuño recomendado ya desde aquí.

Cuando en 1895 el guerrillero cubano negro Quintín Banderas tomó la localidad de Pinar del Río   su actitud fue altamente compasiva, según las normas salvajes de aquella guerra civil (¿hay otras?) con el alcalde y su familia. Se atribuye la magnanimidad de no cortarles el cuello, práctica habitual de Banderas, al hecho de que el mandatario municipal, Genaro Gutiérrez,  se había adelantado en la concesión de libertad a sus esclavos negros y ese hecho le procuró la salida  de él, su mujer  y de sus seis hijos rumbo a España, abandonando el negocio de almacenamiento de hojas de tabaco en que se sustentaba la economía familiar. 

Se establecieron en su región de origen, en Renedo, en el Valle de Cabuérniga. A los cinco años, Francisco Cossío sufría un percance, su madre, en un desgraciado accidente que le pesaría de por vida, le provocaba una rotura que dejaría como secuela una fuerte cojera, compañera inseparable y distintiva durante toda su vida (“el cojo de la bicicleta”). Junto a esta invalidez,  estrabismo y  joroba que crearon para el arte hispano un Toulouse Lautrec ibérico, genial también. Trasladada la familia a la capital cántabra recibió clases de pintura, comenzó y abandonó los estudios de Comercio y fue directivo del Racing de Santander. Con 20 años de edad  (cuatro más, cuatro menos,) en 1914 se trasladaba a Madrid a la calle Barquillo y comenzaba a estudiar con el gran maestro Cecilio Plá. Simultaneaba su trabajo en el estudio de la calle de Fernando el Santo con exposiciones  y se relacionaba con un círculo de amigos  intelectuales que ya apuntaban como era el caso de Gerardo Diego. Esta amistad llevó a encasillar a Cossío dentro del movimiento ultraísta en donde junto a Diego se encontraban Juan Larrea o Vicente Huidobro o Jorge Luis Borges y que era el lugar  del péndulo oscilante de la cultura, ahora en contra del modernismo de Rubén Darío. Pero esa adjudicación no satisfizo al completo a Cossío : 

 “Mi clasificación por la tendencia en que milito es la de postimpreionista. Una vez lo digo para siempre. A los susodichos que me llaman ultraísta y otras cosas, y a muchos más que si no me lo llaman, sería lógico que me lo llamasen, les continuaré diciendo que se asomen a los Pirineos y desde allí contemplen el panorama estético de Europa y  entonces comprenderán  y por último amarán muchas cosas que hoy son arcanos para ellos…Ruego que no se nos tome por iconoclastas. No lo somos. Solamente somos hombres que honradamente intentamos crear un nuevo valor estético por insignificante que sea. Para conseguirlo seguiremos trabajando aunque los perros ladren.”

De sus andanzas con las vanguardias, con aquella tropa de la Residencia de Estudiantes, de la bohemia parisina y del surrealismo quedó constancia con su participación en dos películas de Luis Buñuel ; en    Un perro andaluz -1929-(en donde podemos verle desde el  16´ 29´´ hasta el  17´52´´) http://www.youtube.com/watch?v=371P8O3hf_8

en La edad de oro-1930- (en donde podemos volverle a ver desde el  4´ 21´´ al 7´57´´) http://www.youtube.com/watch?v=Fcm5fODZgg0 . Con anterioridad, en 1926, tuvo un paso muy fugaz por el film Carmen, del belga  Jacques Feyder y con Raquel Meller de protagonista.

Participó en el Salón de Otoño de París de 1925 y recibió los apreciados elogios del crítico René Jean. En 1929 en Cahiers d´Art el galerista y crítico  Cristhian Zervos señalaría que para Cossío “…una bella pintura consiste en formas comunes expresadas con medios muy sobrios”, es en  ese año  cuando comienza su fase de “las formas ovales”. De su paleta decía “Waldemar George” (Waldemar Jarocinsky): “Pinta el viento, el cielo, el viento marino y el movimiento de las olas. Los verdes glaucos de reflejos metálicos y los blancos lechosos, opacos, que constituyen la base de su paleta, engendran una armonía de la más rara calidad”. Pintura que se condensa en una “atmósfera sorda” en expresión del hispanista y crítico de arte Jean  Cassou. No se contagió de cubismo ni de surrealismo;  en cuanto al primero hay quien quiere ver reflejos de los ritmos curvos  de Braque en su pintura y poco más; en cuanto a lo segundo  aunque admiraba a Dalí o a Miró pero no discurrió su quehacer por la senda de estos pintores.

Su estancia en Paris, el ambiente cultural en el que está inmerso le condujeron a posiciones políticas cercanas a la izquierda radical,  pero con su vuelta a España en 1931  entenderá que la vanguardia, lo nuevo, lo moderno no está ahí, sino en los núcleos favorables a la revolución nacional, una postura en donde  la relación mantenida  con Eugenio Montes no puede ser olvidada. Comienzan unos años  en los que su producción pictórica se achica,  son los que coinciden con su participación política y, luego, con la guerra. ¿Correlación o causalidad? Ahí queda la pregunta junto a la tarea iconoclasta, destructora- que la hubo- contra algunas de las obras del “pintor fascista” durante la España en llamas.  Tras contactar con Ledesma Ramos fue encargado en 1932 de la creación de las JONS en Santander, a donde trasladó  la idea del jefe consista para que, en el núcleo inicial de la formación política,  fueran la mayoría deportistas. Cossío junto con Manuel Yllera y jóvenes procedentes de los legionarios de España de Albiñana formarán, entre el mes de Agosto y Septiembre de 1932, el primitivo núcleo de las JONS con 32 militantes..  

En el  primer triunviro provincial  están Cossío, Yllera y Guillermo de la Llama. En varias ocasiones Pancho Cossío será el orador político en las reuniones que se establecieron en aquella provincia. De sus andanzas políticas cuenta José María Alfaro que en las charlas de La Ballena Alegre resonaban, en las escaleras del Café Lyon, los golpes de su bastón y de su  bota de cojo Asistió también a los problemas internos de FE de las JONS y en Marzo del 35 el divorcio entre el mando provincial santanderino  y un gran número de militantes va a llevar, de la mano de José Antonio, a Manuel Hedilla a ser responsable de la Falange de Santander con el apoyo de Cossío : “Lo que afirmaba Hedilla en sus intervenciones como orador se veía que era patrimonio de su espíritu. El verbo sencillo y tajante estaba acorde con el hombre”.   Quien será el II Jefe Nacional de FE de las JONS relata que, por encargo de José Antonio, Pancho Cossío poco antes del 18 de Julio  recibió la misión de volver a atraerse a Ledesma Ramos.   Estallada la guerra civil, Cossío se esconde hasta la liberación de Santander por las tropas nacionales en el verano del 37; había evitado su detención -y  posiblemente salvado la vida gracias- al hueco que su madre, primorosamente, realizó en un colchón. Posteriormente,  miembro del Partido único se verá  sometido a expediente disciplinario y  su vida política entró en vía muerta, no así  su fidelidad ideológica mantenida hasta su muerte. El gusto estético que el franquismo va a crear no iba  por los derroteros elegidos por Cossío ,  el régimen se conducirá por el  camino academista y lo que podría haber sido una brecha en la creación de un arte falangista autónomo, diferente, no tendrá desarrollo.  

Su participación en la revista Escorial, de la mano de Dionisio Ridruejo, será frustrante, acabaría en pocos meses y con gran disgusto para el pintor falangista: “Allí en la revista Escorial hice amistad con un grupo de hombres que después fueron los más funestos de mi vida. Esa fue mi primera siembra de amistad en mi cuarta etapa madrileña y esa fue la cosecha recogida”.  

Su pintura  se compone de  grandes masas planas de color. Hay quien ve en sus barcos características  “fantasmáticas” o “turnerianas”  y en la de objetos y/ o retratos son características unas  motas blancas que pueden interpretarse como la manifestación del pintor para resaltar  el carácter virtual que es la representación en  lienzo. En cuanto a los temas: barcos, pescadores, toreros, niños con cometas, bodegones, naturalezas muertas (así llamadas por error en la traducción) y portentosos retratos como el de su madre, el de José Antonio Primo de Rivera, el de Ledesma Ramos o el de algún otro político. A esta “galería azul”, de indudable simpatía  ideológica, habría que añadir el excelente Flecha con espigas, una de las más soberbias realizaciones de Cossío. Sobre este género pictórico, el del retrato,  la postura del pintor era concluyente,  el interés residía cuando se producía una real intimidad entre el pintor y el modelo y bien claro quedó en casos donde el modelo, por importante que fuera, carecía de empatía con el retratista.   

Para  José Hierro las características de su españolidad se cimentaban en una trilogía:-Tonos terrosos y grises;  una actitud más ética que estética y la materia pictórica. Pintor magistral de la distancia corta, no encontraría la misma proyección en los grandes lienzos que, para la iglesia de Santa Teresa y San José de los carmelitas de la Plaza de España, realizó. Sin quitarle mérito a la Apoteosis histórica de Santa Teresa y a la Apoteosis mística del Carmelo, el resultado es que no es lo mismo.

¿Qué opinaba él de su pintura? Que la hacía “un viejo hidalgo de Cantabria venido a bohemio pintor”.  ¿Cuáles habían sido para él sus influencias, sus maestros? Observemos la claridad definitoria que  daba, porque en cuatro patas asentaba al completo  el edificio de su pintura: “La transparencia de mi manera creo que es veneciana; de mi admiración  hacia los maestros flamencos me viene la gravedad y la densidad grasa de mis óleos; su gracia y su abstracción, la modernidad ,en suma, de París, indudablemente. Y todo ello sobre una temperamental sobriedad española”.

El 16 de Enero de 1970 en la Clínica Vistahermosa de Alicante, en la habitación 217 y acompañado de su hermana de sus sobrinos, de su ahijada y del luchador Saludes moría Pancho Cossio. Su cadáver fue trasladado a su casa estudio en su residencia del edificio Ulises en la Albufereta de la capital alicantina (y sobre esto algún familiar de pintor residente en Alicante y que lee estas páginas algo podría decir y contar, desde aquí le convoco).   Juan Francisco María Gutiérrez Cossío, o sea, Francisco Gutiérrez Cossío, o sea,  Pancho Cossío tuvo sus últimas panorámicas vitales  en la Sierra de Aitana o en el Mar Mediterráneo,  que son los horizontes respectivos de ambos lugares, aunque no fue su luz la que acompañó su producción. Trasladado, luego, su cuerpo a Santander, camaradas   falangistas le acompañaron y dieron sepultura. A su muerte, su amigo Gerardo Diego le dedicaría este soneto

Éste, que ya no veis, amigo ido
Aquí está-expuesto, íntegro,  valiente-
En cada copo, en cada nada ausente
Transfigurada en velo acontecido

Pintó, sí, como hay Dios y a Él le pido
Que le deje seguir pintando en mente
Polifemo al trasluz de inmensa frente
Arrebatado al ansia y al sentido.

Pintó la santidad del irse a pique
Y el naipe y el sorbete y la venera
Y la madre en su nieve de hermosura

Nadie remede su frontal tabique
porque él pintó lo que hasta él no era:
La evidencia real de la Pintura.

Fuente                                                         Adaucto Pérez

domingo, 18 de enero de 2015

HERMANOS DE ORIENTE MEDIO



Cristianos Palestinos contra la ocupación

Soy un cristiano palestino, ahora un ciudadano de los EE.UU., y mi propia experiencia y la de mi familia, dan fe de la falsedad de la afirmación del embajador Oren, quién afirmo que los cristianos en Israel son mejores tratados que  sus hermanos en cualquier otro lugar en el Oriente Medio (1). Nací en el este de Jerusalén, Jordania en 1952, pocos años después de que mi familia y la mayoría de los palestinos que huyeron de sus hogares cuando el estado judío de reciente creación se hizo cargo de las tres cuartas partes de la Palestina histórica. Mi familia, como casi todos los otros palestinos que huyeron - cristianos y musulmanes por igual - se convirtieron en refugiados, perdiendo sus campos, huertos, casas y prácticamente todo lo demás. Israel desafió el consenso internacional y una resolución de la ONU que instaba a permitir que los refugiados palestinos regresarán a sus hogares.


Si Israel hubiera permitido a los palestinos volver, no habría llegado a ser un estado mayoritariamente judío. El miedo a una presencia palestina dentro de las fronteras de Israel, continúa impulsando sus políticas brutales de ocupación, que victimizan a los cristianos palestinos, así como a los musulmanes. Israel ocupó el resto de la Palestina histórica en 1967, ganando el control sobre una gran población árabe palestina que muchos israelíes ven como una amenaza al "carácter judío" de su país. 

Esta es una simple prueba de las falsedades de las afirmaciones de embajador Oren: a el le digo, "Señor Embajador: Si su país es tan bueno con los cristianos, ¿por qué no permite que yo, mi familia y miles de cristianos palestinos regresemos a nuestros hogares en la parte de Jerusalén que Israel ocupó en 1967 o en la parte occidental de la ciudad desde la cual,  los palestinos fueron expulsados ​​en 1948. ¿Porque,  cualquier Judío desde cualquier país del mundo puede reclamar derechos de ciudadanía tan pronto como él o ella ponen un pie en Jerusalén, mientras que yo, cuyas raíces familiares en Jerusalén se remontan a muchos siglos atrás, estoy impedido de tener plenos derechos humanos en mi pueblo? " 

Preguntemos al Embajador Oren sobre los palestinos que provienen de las aldeas predominantemente cristianas de Iqrit y Kufr Bir'im que, como la mayoría de los pueblos árabes palestinos, fueron arrasadas después de 1948. Iqrit y Kufr Bir'im  son sólo dos de los muchos pueblos cristianos, pero bien conocidos debido a la larga - pero lamentablemente fracasada - campaña emprendida en su nombre por los valientes defensores de derechos humanos israelíes. 

No hay duda de que los cristianos árabes se enfrentan a problemas en el Medio Oriente. Los peores ejemplos fueron durante la guerra civil libanesa y en las secuelas de la guerra en Irak, cuando la estabilidad política y económica se desplomó. Los ataques de Israel contra el Líbano jugaron un papel importante en la desestabilización de ese país, y los halcones israelíes aplaudieron más fuerte aun la invasión de EE.UU. en Irak, que solo trajo más desestabilización. 

Los cristianos palestinos están, de hecho, preocupados por la militancia de los extremistas que se encubren a sí mismos en una retórica islámica distorsionada. Sin embargo, la mayoría de los musulmanes y los cristianos palestinos han optado por la resistencia pacífica. Decir que Hamas es la causa de la disminución de la población cristiana en los territorios palestinos ocupados seria derribar la verdad. 

Nuestra gente está huyendo de su patria porque los israelíes están confiscando las tierras de los palestinos - musulmanes y cristianos - la construcción de asentamientos sólo para judíos y el Muro del Apartheid que encierra en guetos a muchas comunidades palestinas. Los cristianos palestinos están abandonando su país debido a los puestos de control y barreras israelíes que restringen severamente la libertad de circulación de los palestinos, la destrucción de su economía y evitan el acceso a sus lugares sagrados en Jerusalén. Se van porque Israel desvía los recursos hídricos palestinos de una manera que da a los asentamientos judíos ilegales el derecho a disfrutar de las piscinas, mientras que los campos de los agricultores palestinos, se secan  por falta de agua. 

Pero los cristianos palestinos hablan por sí mismos a través del Documento Kairos Palestina (2): 

"Nosotros, un grupo de cristianos palestinos, después de la oración, la reflexión y el intercambio de opiniones, clamamos desde el sufrimiento en nuestro país, bajo la ocupación israelí .... Hoy en día, tenemos la fuerza del amor y no el de la venganza , una cultura de la vida en lugar de una cultura de la muerte .... [Nosotros] apoyamos la resistencia no violenta basada en la esperanza y el amor que pone fin a la maldad, andando en los caminos de la justicia. "

No hay ninguna diferencia en absoluto en el grado de sufrimiento que los cristianos y musulmanes palestinos están viviendo bajo la larga ocupación militar israelí. Sugerir que los cristianos palestinos están  bien bajo el dominio israelí no podría estar más lejos de la verdad. 

Metodistas y presbiterianos americanos están cada vez más preocupados por el sometimiento permanente que sufren por parte de Israel, los palestinos - cristianos y musulmanes por igual. Aunque tienen una antigua preocupación por el bienestar de los israelíes, muchos metodistas y presbiterianos creen que ha llegado el momento de ir más allá de las palabras y demostrar activamente a este gobierno israelí de derecha que no pasarán de lado en silencio mientras Israel oprima a generaciones tras generaciones de palestinos. 

En los días y semanas por venir, tanto en la United Methodist Church y la Presbyterian Church (EE.UU.) tendrán en cuenta las resoluciones para despojarse de las empresas - Caterpillar, Motorola Solutions y Hewlett Packard - que se benefician de la continua ocupación israelí de los territorios palestinos. 

Si lo hacen, les dirán al gobierno israelí que la ocupación ya no será tolerado como lo han venido haciendo siempre. Los palestinos tienen derecho a vivir libres de la dominación israelí. Metodistas y presbiterianos por igual tienen la oportunidad de enviar un mensaje muy fuerte a los gobiernos israelí y estadounidense si llevan adelante  estas resoluciones sensibles a desinvertir de compañías que vergonzosamente se benefician de la represión de los palestinos. 
                                            
                                       Philip Farah 
Co-fundador de Palestinian American Christians for Peace and of the Washington Interfaith Alliance for Middle East Peace, www.wiamep.org

Fuente 

Notas